lunes, 31 de diciembre de 2012

Santa María, Madre de Dios - Lc 2,16-21


El evangelio que contemplamos hoy nos habla de admiración, seguida de proclamación, por parte de los pastores, los primeros testigos del nacimiento de Jesús, después de María y José. El misterio del nacimiento del Hijo de Dios, y al mismo tiempo hijo de María, se convierte en una acción de gracias y alabanza a Dios por parte de estos sencillos personajes. No han visto nada extraordinario, sólo a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Pero ellos han descubierto en este acontecimiento la acción maravillosa de Dios, que como siempre rompe muchos de nuestros esquemas: no tiene nada que ver con las grandezas de este mundo. Y se convierten en los primeros proclamadores del don de Dios para toda la Humanidad, un anuncio que maravilla a todos los dispuestos a aceptar que Dios se manifiesta en lo humilde y sencillo.

María guarda en lo más profundo de su corazón todas estas experiencias y las medita en la intimidad de la oración. Ella va haciendo, poco a poco, el peregrinar de la fe. Va descubriendo lentamente, y viviendo en su propia carne los planes de Dios. Unos planes que no siempre entiende, pero en los que ha comprometido su existencia.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Fiesta de la Sagrada Familia - Lc 2,41-52

Bar Mitvá en el muro occidental del
antiguo Templo de Jerusalén
La imagen que nos sugiere el evangelio de Lucas de la familia formada por Jesús, María y José es la de una familia judía religiosa. Suben de peregrinación a Jerusalén a celebrar la Pascua, la fiesta más importante del Judaísmo: la liberación del pueblo de Israel por la acción poderosa de Dios. Y, probablemente, aprovechan que Jesús ya tiene doce años para celebrar su Bar Mitvá, la ceremonia de la mayoría de edad religiosa de los niños judíos, en la que leen por primera ver públicamente la Torá, la Palabra de Dios.

Lo primero que nos insinúa el texto es cómo debemos vivir nuestra religiosidad en el ámbito de la familia, lo importante que es cuidar –siempre que sea posible– los momentos religiosos importantes, con sencillez. Y el papel primordial que tiene la familia en la educación de los hijos, en crear un ambiente religioso. Por otro, complementario del anterior, la exquisitez en considerar la Palabra de Dios central en la vida personal y familiar: Jesús la lee y comenta en el Templo, María la conserva en su corazón, José –con toda probabilidad– la recita diariamente en familia.  

lunes, 24 de diciembre de 2012

La Natividad del Señor - Jn 1,1-18

El prólogo del evangelio de Juan, que la liturgia nos propone para la solemnidad de la Natividad del Señor, es una joya literaria junto a su profundidad teológica.

La Palabra de Dios no es sólo un texto escrito, tiene un rostro. Jesús, el Hijo de Dios, es la Palabra de Dios por antonomasia. Una Palabra que desde el principio de la Creación ha entrado en diálogo con el ser humano y que al final de los tiempos, en los que vivimos desde la encarnación del Hijo de Dios, ha tomado forma humana. Ha querido compartir con nosotros todo: nuestra carne, nuestros sufrimientos y nuestras alegrías, nuestros miedos y nuestras esperanzas…, todo lo que es humano.

Él ha venido a nuestro mundo, a nuestra casa. Y corremos el peligro de no conocerlo, de no recibirlo. Pero esta Palabra de Dios, que es Jesús, nos ofrece la posibilidad de sentirnos y de ser hijos de Dios. Para Dios-Padre ya lo somos, sólo falta que nosotros nos lo creamos, lo aceptemos, seamos consecuentes con esa dignidad a la que somos llamados.

martes, 18 de diciembre de 2012

Domingo IV de Adviento - Lc 1,39-45

En el último domingo de Adviento la liturgia nos invita a poner los ojos en María, la madre de Jesús, la madre del Hijo de Dios. El texto que nos propone contemplar es el de la visitación de María a su parienta Isabel.

María aparece como una mujer atenta a las necesidades de los demás y, por ello, es capaz de viajar aproximadamente 130Km (distancia de Nazaret a Ein Karem) para ayudar a su parienta Isabel, embarazada y ya avanzada en edad.

Nos podemos unir a los elogios de Isabel a María que no se contentará con solicitar la bendición de Dios sobre ella, sino que proclamará una de las primeras bienaventuranzas, alabando la fe de la madre de Jesús: «Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá» La presencia de Jesús en el vientre de María llenará de alegría y del Espíritu Santo tanto a Isabel como al hijo que lleva en las entrañas.

María es ejemplo de fe, de servicio, de evangelización, de alegría, de discípula, de apertura al plan de Dios. Todo un modelo a seguir.

martes, 11 de diciembre de 2012

Domingo III de Adviento - Lc 3,10-18

Seguimos meditando el ministerio de Juan Bautista. Él tiene la misión de preparar el camino a la llegada del Mesías, e invita a todos los que le salen al paso a cambiar de actitud: compartir con quien tiene menos, ser honrados, hacer el bien, practicar la justicia… Valores humanos, que nos hablan de realidades divinas.

A Juan Bautista no le preocupa el propio prestigio, ni la fama, sino la estricta voluntad de Dios, el plan salvífico para la Humanidad. El bautismo de Juan es de arrepentimiento, de conversión, de invitación a una nueva vida, de preparación. Pero el bautismo que traerá Jesús será vida, acción del Espíritu Santo, fuego transformador de las conciencias y de las personas.

La liturgia de estos domingos nos invita a estar expectantes, esperanzados en que es posible una nueva realidad, la inauguró Jesús, y eso es lo que vamos a celebrar en esta Navidad, en cada Navidad. También nos implica, nos compromete en esta nueva realidad, en participar en ella, en contribuir a hacerla posible.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Domingo II de Adviento - Lc 3,1-6

Río Jordán
La Palabra de Dios se hace presente en la historia; en la historia de la Humanidad y en cada una de nuestras historias personales y comunitarias. El evangelista tiene un interés especial en subrayarlo y por eso la sitúa tanto en la perspectiva universal (Imperio romano) como local y religiosa. La Palabra de Dios no es algo atemporal, ahistórico y, mucho menos, no es neutral. La Palabra de Dios es la propuesta de diálogo, de comunicación, de interrelación del mismo Dios con nosotros. Y, por eso, se produce, actúa en el tiempo, en la Historia (con mayúscula y con minúscula).

El ministerio de Juan Bautista acontece en este contexto; él responde a la interpelación de la Palabra de Dios y se lanza a predicar, a preparar el camino para el acontecimiento más importante de la Historia de la Humanidad: la encarnación del Hijo de Dios. Pero, como comentábamos en la celebración de ayer, de la Inmaculada Concepción de María, Dios se quiere valer de nosotros para hacer posible su plan: es la forma de actuar del Dios de la Biblia.

lunes, 3 de diciembre de 2012

La Inmaculada Concepción de María - Lc 1,26-38

Iglesia de la Anunciación, Nazaret
Todas las advocaciones y títulos con las que se honra a María, la madre de Jesús, tienen su fundamento en el misterio de Jesús, el Hijo de Dios. No podemos perder nunca de vista esta perspectiva. Por esta razón, la liturgia, en la festividad de hoy, nos invita a leer, a escuchar, a contemplar el relato del anuncio a María del nacimiento de su Hijo. María va a ser madre del Hijo de Dios.

El evangelista nos muestra a una mujer abierta al plan de Dios; a la auténtica discípula capaz de ofrecer toda su existencia para que el designio de Dios para la Humanidad sea una realidad; colaborando plenamente para hacerlo posible. En esto consiste la grandeza de María: Dios ha querido la colaboración humana para traer la salvación, la liberación de todos los hombres y mujeres y se ha encontrado con el sí incondicional de María. «Para Dios no hay nada imposible», pero Dios no quiere nunca hacer nada sin nuestra cooperación: la de María es sin fisuras, sin condiciones.

martes, 27 de noviembre de 2012

Domingo I de Adviento - Lc 21,25-28.34-36

 Comienza un nuevo año litúrgico y la Iglesia nos propone contemplar en este primer domingo un fragmento del discurso apocalíptico del evangelio de Lucas. La primera parte nos sugiere una situación difícil, crítica: «angustia de las gentes, enloquecidas […]; sin aliento por el miedo y la ansiedad…» Responde a momentos dramáticos por las que pasa o puede pasar la comunidad creyente. Pero estos signos no son motivo de desesperanza y mucho menos de desesperación. El evangelista invita a vivir con esperanza, con optimismo; Jesús nos ha redimido: «levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación»


Nosotros, comunidad cristiana, no podemos contagiarnos del pesimismo ambiental: las dificultades, la crisis, el desaliento, el desánimo, la alarma social… no pueden, no deben hacernos desfallecer, desilusionar. ¡No! La llamada del evangelio es de esperanza, de ilusión, de empuje a hacer todo lo que esté en nuestras manos para superar esta situación, no sólo pensando en nosotros sino en los que nos rodean. Es tiempo de «remangarnos», de trabajar, de construir una realidad diferente, un mundo mejor.

martes, 20 de noviembre de 2012

Jesucristo, Rey del universo - Jn 18,33b-37

«Mi reino no es de este mundo» La afirmación de Jesús nos ahorra de falsas interpretaciones sobre su reinado. Su reino no se identifica con poder, violencia, dominio o imposición; no tiene nada que ver con el lujo o la ostentación; está reñido con la falsedad, el engaño, las promesas incumplidas, las apariencias de servicio para propio provecho… Su reino «no es de aquí», no es como nosotros estamos acostumbrados a hacer las cosas, incluso, en muchas ocasiones, eclesialmente.

La proclamación del reinado de Jesús es ante el tribunal de Pilato, que lo condenará a muerte. Jesús entiende su potestad como servicio, como entrega, como donación incluso de la propia vida; así Jesús es rey.

¿Cómo entendemos nosotros nuestras responsabilidades sociales o eclesiales? Estamos llamados a seguir el estilo y la forma de actuar de Jesús: somos su discipulado. Si en nosotros hay búsqueda de poder, dominio o prestigio es que no hemos entendido la Buena Noticia de Jesús.

martes, 13 de noviembre de 2012

Domingo XXXIII del tiempo ordinario - Mc 13,24-32

Unos cielos nuevos y una tierra nueva
En este domingo meditamos un fragmento del llamado «discurso apocalíptico» del evangelio de Marcos. Es un texto de esperanza y de resistencia. El mal no tiene la última palabra es el mensaje. Los «elegidos» serán reunidos «de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte» Ya no habrá nada que temer, la injusticia será aniquilada, el mal desaparecerá…

No hemos de esperar a la otra vida para que esta realidad se inaugure; ya lo ha hecho Jesús. Los signos de esperanza son visibles. La comunidad creyente tiene la responsabilidad de continuar lo iniciado por el Señor. Es verdad que su plenitud aquí es impensable, pero eso no nos exime de trabajar sin descanso para aproximarnos lo más posible a ella. Contamos con el mensaje de esperanza de Jesús, de quien nos fiamos; sabemos que Dios no nos defraudará; esperamos y trabajamos por unos cielos nuevos y una tierra nueva donde impere la justicia y sea respetada la dignidad de todos. 

martes, 6 de noviembre de 2012

Domingo XXXII del tiempo ordinario - Mc 12,38-44

Ricos y pobres
«Muchos ricos echaban en cantidad […], de lo que les sobra» «Una viuda pobre echó dos reales […], todo lo que tenía para vivir» Situaciones similares se repiten en la actualidad. Y si no tenemos la sensibilidad de Jesús podemos admirar a los primeros e ignorar o despreciar a los que son como la viuda del evangelio, que en realidad ha echado «más que nadie»

En una situación de crisis como la que estamos padeciendo los actos de solidaridad, de compartir son más necesarios que nunca. Pero, la crisis no es igual para todos: hay unos cuantos para los que ésta pasa prácticamente desapercibida. En cambio, para muchos significa paro, desempleo de varios o de todos los miembros de la familia; pobreza; situaciones desesperanzadoras, cuando no desesperantes; desahucio de sus viviendas; sin perspectivas de futuro… Como comunidad creyente no debemos, no podemos permanecer insensibles, tanto los que tienen más como los que tienen menos, cada uno compartiendo desde sus posibilidades reales, no de lo que nos sobra.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Domingo XXXI del tiempo ordinario - Mc 12,28b-34

Texto del Shema, en hebreo
La primera lectura, del libro del Deuteronomio, prepara la respuesta de Jesús en el evangelio de este domingo. A la pregunta sobre cuál es el primer mandamiento, Jesús responderá con el inicio de la oración del Shema que todo judío religioso repite, al menos, dos veces al día, a la mañana y al atardecer: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.» Es como si Jesús le dijese: estás rezándolo cada día y no terminas de darte cuenta que eso es lo nuclear, lo realmente importante, el fundamento de toda la existencia. También a nosotros nos puede pasar que de tanto repetir el Padrenuestro hayamos olvidado que Dios es nuestra Padre amoroso, al que debemos amor por encima de todo.

La segunda parte de la respuesta es una consecuencia lógica. Un amor a Dios que no se materializa en un amor concreto al prójimo es una quimera, es autoengaño, es hipocresía.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Conmemoración de todos los fieles difuntos - Jn 14,1-6

La celebración de «Todos los fieles difuntos» no es ajena a la fiesta del día anterior de «Todos los santos»; de hecho tanto un día como otro el pueblo sencillo y fiel rinde honor a sus muertos con oraciones, flores en los cementerios, actos litúrgicos, recuerdos… Esperamos, desde la fe, que nuestros seres queridos difuntos formen parte del grupo incontable de todos los santos que están gozando del amor inagotable de Dios, conscientes de que en la casa del «Padre hay muchas estancias» y que Jesús les (nos) ha precedido para «preparar el sitio» y que puedan (podamos) estar con Él.

Y es que Jesús es «el camino, y la verdad, y la vida» Él es el genuino, el único camino que a través de la verdad de una existencia auténtica, nos conduce a la Vida con mayúscula. Esa Vida es en la que esperamos y en la que confiamos que nuestros seres queridos están. El amor definitivo, sin límites, es el núcleo de la predicación de Jesús y su plenitud la disfrutaremos en la otra vida, si antes nos hemos comprometido en hacerlo presente.

lunes, 29 de octubre de 2012

Todos los Santos - Mt 5,1-12a

En la festividad de «Todos los Santos» no sólo recordamos a aquellos que la Iglesia ha proclamado beatos o santos, sino a la cantidad ingente «que nadie podría contar» (primera lectura) de santos y santas que están gozando del amor sin límites, del que participaremos después de la muerte. Un amor que sólo puede tener su origen en Dios: «mirad que amor nos tiene el Padre» (segunda lectura).

Las «bienaventuranzas», que escucharemos en el evangelio del día, nos sitúan en la perspectiva de quiénes son los merecedores de esta realidad que celebramos. El narrador mencionará a los pobres, a los afligidos, a los que están sufriendo, a los necesitados…, todos aquellos que llevan en este mundo una vida miserable, a los que han pisoteado sus derechos. Todos ellos merecen ser felices, sentirse amados. Pero, también, señala a los que aman entrañablemente, a los que no tienen doblez en su forma de actuar, a los que se empeñan en que haya una paz auténtica en la que se respete la dignidad de todas las personas. Ésta es la tarea en que Jesús quiere implicar a la comunidad de sus seguidores.

martes, 23 de octubre de 2012

Domingo XXX del tiempo ordinario - Mc 10,46-52

Oración comunitaria
La fuerza de la oración es incalculable. Bartimeo ruega, con todas sus fuerzas y toda su voz, al escuchar que pasa Jesús (ya que es ciego y no puede verlo): «Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí» Su súplica es una oración que nace de la fe. Tiene tanta fuerza su oración que se ha convertido en una forma de oración habitual entre los cristianos orientales: la repiten, al ritmo de la respiración, haciendo una oración continuada, insistente, repetitiva…, desde la confianza, desde la fe.

Sólo la fe, la oración confiada produce el milagro. El relato evangélico es una catequesis sobre la fe; sin ella estamos ciegos. Como Bartimeo necesitamos desprendernos del «manto», de todo lo que nos ata a nuestro pasado, a nuestra ceguera, y dar «un salto» a una nueva realidad, la Buena Noticia de Jesús: «Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino» Apuntémonos a esta novedosa perspectiva, a los valores del Reino, al seguimiento de Jesús: ¡vale la pena!

martes, 16 de octubre de 2012

Domingo XXIX del tiempo ordinario - Mc 10,35-45

En el evangelio de este domingo se está jugando la forma de entender las diversas responsabilidades eclesiales, ya sea la de obispo o la de catequista, ambas necesarias para el funcionamiento de la comunidad. Los hermanos Zebedeo, y el resto de discípulos también, lo entienden como prestigio y poder. El estilo de Jesús es bien diferente: «el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos» Eso es lo que Él ha practicado siempre y es lo que pide de sus seguidores.

No es fácil de entender y menos de vivir de la manera que sugiere Jesús. A todos nos gusta que nos reconozcan, nos admiren, nos escuchen, nos den la razón… ¡Cuanta soberbia hay detrás de algunas actitudes aparentemente de servicio! Pero estar dispuestos, de verdad, a ser el servidor, incluso el esclavo de todos; eso ya nos apetece menos y si tenemos un cargo de responsabilidad, menos aún. El seguimiento de Jesús nos exige cambiar de mentalidad y de forma de actuar.

lunes, 15 de octubre de 2012

La Palabra de Dios: el umbral de la fe

La fe y la Palabra de Dios son dos realidades que están íntimamente interrelacionadas. Así lo ha señalado Benedicto XVI en la Carta apostólica Porta Fidei (la puerta de la fe: PF) con la que ha convocado el año de la fe, realidad que se ha inaugurado hace escasos días con el Sínodo de los Obispos sobre «La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana», haciéndolo coincidir con la celebración de los cincuenta años de la inauguración del Concilio Vaticano II.

martes, 9 de octubre de 2012

Domingo XXVIII del tiempo ordinario - Mc 10,17-30

No somos buenos, por mucho que nos lo creamos: «no hay nadie bueno más que Dios», dirá Jesús. Nosotros podemos participar, en mayor o menor medida, de esa bondad pero sólo Dios es bueno. Necesitamos una cura de humildad para no creernos mejores que los demás, sólo Dios es bueno. El personaje que sale corriendo hacia Jesús se cree bueno, cumple los mandamientos «desde pequeño»…, pero está apegado a sus bienes. Eso le imposibilita para seguir a Jesús. ¡Qué difícil es liberarse de los apegos!

En su escala de valores no hay lugar para los pobres, para los necesitados, para practicar la justicia; cree que es suficiente con «cumplir» Cuando Jesús le pide más… «frunció el ceño y se marchó pesaroso» Perdió la gran oportunidad. Nosotros, comunidad de creyentes en Jesús, corremos el mismo peligro: somos religiosos, hacemos oración, participamos de la Eucaristía, cumplimos, más o menos, los mandamientos…, pero ¿estamos dispuestos a más? ¿Estamos resueltos a renunciar a nuestros apegos: dinero, prestigio, comodidad… para seguir a Jesús, para servir a los demás? 

martes, 2 de octubre de 2012

Domingo XXVII del tiempo ordinario - Mc 10,2-16

Igual dignidad, en el plan original de Dios
Jesús reivindica el plan original de Dios, narrado en los relatos de la Creación (primera lectura), como medida de las relaciones de pareja. En el plan de Dios para la Humanidad no encontramos discriminaciones por ser mujer: ella es una igual, con la misma dignidad que el hombre. Eso es lo que reclama Jesús. El repudio, el divorcio dejaba a la mujer en una situación de precariedad, donde, en muchos casos, las únicas salidas que tenía era la mendicidad o la prostitución. Eso no es justo y, por eso, se opone.

En el momento actual nosotros, discipulado de Jesús, hemos de detectar, señalar, denunciar, combatir todas las situaciones de discriminación de nuestra sociedad, ya sea por razones de sexo, condición social, opinión, origen étnico, color de la piel, religión… No corresponden al plan original de Dios, de la Creación, donde todo era «bueno», «muy bueno» y el mal, el pecado lo trastocó. Es posible cambiar las cosas; ese es el compromiso al que nos invita Jesús.

martes, 25 de septiembre de 2012

Domingo XXVI del tiempo ordinario - Mc 9,38-43.45.47-48

Juan XXIII
En el evangelio de este domingo aparece el tema de la pertenencia, de la identidad, de quién son de los nuestros y quiénes no. Sigue siendo un tema muy actual. Con qué facilidad ponemos etiquetas de estos son de nuestra sensibilidad religiosa, aquellos no; con estos me siento identificado, con aquellos no estoy a gusto; nosotros somos del sector progresista, aquellos del conservador (y viceversa); etc. Somos, en el fondo, excluyentes, aunque prediquemos lo contrario. No buscamos la unidad (no identificarla nunca con uniformidad) sino la confrontación; unos y otros.

El mensaje de Jesús, «el que no está contra nosotros está a favor nuestro», lo hemos leído y aplicado, con mucha frecuencia, al revés: «el que no está con nosotros está contra nosotros» Y así nos van las cosas. Jesús pide a sus discípulos, a sus seguidores, los de antes y los de ahora, una visión mucho más abierta, más conciliadora, «buscando más lo que nos une que lo que nos separa», en palabra del papa bueno Juan XXIII.

martes, 18 de septiembre de 2012

Domingo XXV del tiempo ordinario - Mc 9,30-37

Niños palestinos
Jesús y sus discípulos van camino de Jerusalén y el camino es una buena oportunidad para enseñarlos, para hacer con ellos catequesis. Jesús les está hablando de su pasión, muerte y resurrección, y ellos están pensando y discutiendo sobre puestos de honor, de poder, de prestigio, de privilegios. ¡Qué contraste!

El Maestro, sin perder la paciencia, les dirá que en la comunidad de sus seguidores el primero ha de ser siempre el último y el servidor de todos, como un niño, cuya opinión no cuenta nunca y es el último en la escala social. Qué difícil se lo pone Jesús a sus seguidores, de entonces y de ahora. Quiere una comunidad en que la medida no sea ni el poder ni el prestigio sino el servicio. Un grupo en que los que son considerados los últimos socialmente son los realmente importantes; en el que los que tienen una función dirigente es exclusivamente para estar a disposición de todos, considerándose siempre indignos y siervos de la comunidad, especialmente de los más pequeños.

martes, 11 de septiembre de 2012

Domingo XXIV del tiempo ordinario - Mc 8,27-35

¿Qué mesianismo representa Jesús?
(Escultura del rey David, Jerusalén)
Estamos en la mitad del evangelio de Marcos. Hasta ahora nadie ha reconocido a Jesús como el Mesías, el Cristo. Las gentes tienen diversas opiniones sobre Jesús, pero ninguna de ellas capta la realidad íntima de su persona. La respuesta de Pedro, representando a la comunidad de discípulos, es la correcta: «Tú eres el Mesías» Pero, ¿Pedro y el resto de sus seguidores entienden adecuadamente el mesianismo de Jesús? La escena siguiente deja claro que no. No están dispuestos a aceptar un mesianismo que pasa por el sufrimiento y por la cruz.

Hemos de preguntarnos a qué Jesús seguimos, a qué tipo de mesianismo nos apuntamos. Tanto los primeros discípulos, como nosotros, nos producen rechazo la cruz, el sufrimiento, las dificultades. Nos gusta más el triunfo, las soluciones fáciles, el no complicarnos la vida… Éste último no es el estilo de Jesús; es posible que el Jesús incomprendido que nos presenta el evangelio de Marcos siga siendo muy actual, también entre sus seguidores.

martes, 4 de septiembre de 2012

Domingo XXIII del tiempo ordinario - Mc 7,31-37

¿Buscamos el aplauso?
El epílogo de la narración del evangelio de este domingo son una palabras de alabanza y de admiración hacia Jesús: «Todo lo ha hecho bien...» Jesús está atento a las necesidades de los que pasan por su lado y los atiende y los cura, hace las cosas bien; pero no quiere publicidad, no busca, no desea el elogio: «Él les mandó que no lo dijeran a nadie» Aunque la mayoría de las veces no lo consigue.

La comunidad eclesial está llamada a seguir las huellas de su Maestro. Somos (o deberíamos ser) los embajadores de la bondad, del bien, de la justicia, de la fraternidad, del amor entrañable… Pero sin buscar la felicitación o el reconocimiento por lo que hacemos. Eso no es lo importante, es innecesario, incluso, en muchas ocasiones, es perjudicial. La Buena Noticia de Jesús, los valores del Reino, la construcción de un mundo más justo donde el bien común sea la norma… es lo importante; el que nos den las gracias, no. ¡Cuánto nos gusta el aplauso de los demás!

martes, 28 de agosto de 2012

Domingo XXII del tiempo ordinario - Mc 7,1-8.14-15.21-23

Comida no permitida: no kosher
Los discípulos de Jesús no se preocupan demasiado de las estrictas normas alimenticias y de pureza ritual que los fariseos cumplían con escrupulosidad religiosa. Y estos se lo echan en cara a Jesús. La respuesta de Jesús es dura; después de llamarles hipócritas, añade, citando al profeta Isaías: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos»

Gran parte de la denuncia profética, a la que se une Jesús, es la de una exquisita preocupación por el culto y que no se corresponde a una vida según el plan de Dios, a una inquietud real por los que pasan necesidad, por la justicia, por los derechos de todas y de todos… No es una negación de lo primero, bueno y necesario, sino de priorizar lo segundo que da sentido a una oración y un culto auténticos. En nuestras comunidades corremos el peligro de caer en lo mismo que Jesús recrimina a los fariseos (personas, por cierto, muy religiosas y cumplidoras): ¿qué es para nosotros lo prioritario?

martes, 21 de agosto de 2012

Domingo XXI del tiempo ordinario - Jn 6, 60-69

Con el evangelio de hoy, después de cinco domingos, cerramos el recorrido por el discurso eucarístico de Jesús que nos transmite el evangelio de Juan. Jesús no es comprendido por muchos de sus interlocutores e incluso por gran parte de sus discípulos. Él les echará en cara su falta de fe.

Ante la pregunta de Jesús, al grupo de los Doce, si ellos también lo abandonarán, Pedro dará la respuesta creyente: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios» Jesús es la resolución definitiva, la respuesta a los interrogantes sobre una vida con sentido…

La apuesta por la fe no es fácil, pero vale la pena, da sentido a la existencia. No sé hasta que punto estamos convencidos de ello. La fe implica una respuesta exigente en nuestra vida, donde no caben componendas con el aburguesamiento y el no quererse complicar la vida. En la Eucaristía y en la Palabra de Dios encontraremos la fuerza. 

jueves, 16 de agosto de 2012

Domingo XX del tiempo ordinario - Jn 6,51-58

Lugar de la multiplicación de los panes y los peces
Continuamos con el discurso eucarístico de Jesús, que nos ofrece el evangelio de Juan en su capítulo seis. El participar del banquete eucarístico nos abre a la vida eterna: éste es el mensaje central del texto de este domingo.

La eucaristía nos introduce en una vida nueva, la vida de Dios. Jesús ha querido que podamos ya degustar, aquí y ahora, la vida que disfrutaremos plenamente en el cielo. Eso es lo que posibilita la Eucaristía. Más aún, Jesús ha decidido quedarse con nosotros y el lugar que ha elegido es nuestro interior, convirtiéndonos a cada uno de nosotros y de nosotras en su templo: «El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él»

Nuestra vida ha de traslucir, reflejar las palabras y los gestos de Jesús: su preocupación exquisita por los débiles, por los marginados; su entusiasmo por los valores del Reino; su empeño en que todos reconozcan en el otro al hermano, a la hermana; su necesidad de encontrar momentos de intimidad con el Padre… ¡Lo llevamos dentro!

lunes, 13 de agosto de 2012

La Asunción de María - Lc 1,39-56

La liturgia nos propone meditar en la festividad de la «Asunción de María» el evangelio de la visita de María a su parienta Isabel. María, en esta narración, se convierte en la portadora de Jesús, la que lo lleva dentro de si y lo ofrece a los demás. Es el ejemplo más claro de discipulado, desde su maternidad divina. Por eso Isabel alabará, cantará la bienaventuranza de su fe sin fisuras.

El cantico del «Magníficat», que entona María, es un texto poético, preñado de constantes evocaciones del Antiguo Testamento, de la Biblia Hebrea. La madre de Jesús nos presenta a un Dios que es grande y poderoso en su misericordia, en el amor preferencial por el necesitado, por el pobre, por el humillado. Esa también será la opción de María.

La comunidad creyente tenemos la oportunidad de mirarnos en el espejo de María, de admirar y compartir su fe, de evangelizar como ella, de tener una preocupación exquisita por las necesidades de los demás, de descubrir un Dios todo amor.

martes, 7 de agosto de 2012

Domingo XIX del tiempo ordinario - Jn 6,41-51

Palabra de Dios y Eucaristía
Proseguimos, por tercer domingo, con la catequesis eucarística del evangelio joánico. Vuelve a aparecer la íntima relación entre Palabra de Dios y Eucaristía: Jesús habla del «que escucha lo que dice el Padre» y «Yo soy el pan de la vida» El discipulado de Jesús participa de esta doble realidad.

El acercarse a Jesús es consecuencia de la escucha de la Palabra del Padre. El aproximarse a Jesús, el creer en su Palabra, el participar del alimento de su cuerpo y de su sangre es resurrección, es vida eterna, es no morir (para siempre), es vida sin fin, es la vida del mundo. Todas estas afirmaciones, complementarias, reiterativas, las escuchamos en el evangelio de hoy. La Buena Noticia de Jesús es sobre todo Vida, con mayúscula. ¿Estamos realmente convencidos de ello? Nuestra vida debe contagiar alegría desbordante de saber que somos los mensajeros de la Vida; alimentados por la Palabra de Dios y por la Eucaristía.

martes, 31 de julio de 2012

Domingo XVIII del tiempo ordinario - Jn 6,24-35

Eucaristía

Palabra de Dios

Continuamos con la catequesis eucarística que iniciamos el domingo pasado; el evangelista clarificará lo que en el evangelio anterior estaba insinuado. Jesús habla de un «alimento que perdura hasta la vida eterna», obviamente está hablando de la Eucaristía: «Yo soy el pan de vida», afirmará. Pero, al mismo tiempo, está relacionando esta realidad con la fe, con creer en Él, con escuchar su Palabra: sólo así es posible participar plenamente del «pan del cielo»

La doble mesa de la Palabra y de la Eucaristía, que fue subrayada en el concilio Vaticano II, es una realidad única, inseparable, insustituible. En ambas Cristo se hace presente. Su Palabra y su Carne son el alimento indispensable de la comunidad cristiana. Sin ambas no hay liturgia, no hay Eucaristía, no hay Iglesia. La Palabra de Dios y la Eucaristía deben ser amadas por la comunidad creyente y frecuentadas con asiduidad; hemos de repetir convencidos: «Señor, danos siempre de este pan»

miércoles, 25 de julio de 2012

Domingo XVII del tiempo ordinario - Jn 6,1-15

Lugar de la multiplicación de
los panes y los peces
El evangelista sitúa la escena de la multiplicación de los panes y de los peces cronológicamente próxima a la Pascua judía, lo que facilita el hacer del texto una lectura eucarística.

Jesús da de comer, de forma extraordinaria, a todos los presentes, hasta saciarse. Sólo el alimento eucarístico sacia las ansias de eternidad del ser humano. El milagro es posible a partir de la pobreza de medios de la comunidad: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?» El Maestro se servirá de estos medios (necesarios, aunque insuficientes) para dar de comer a la comunidad humana, incluso sobrando. Los cinco panes, los doce cestos, los cinco mil que comieron no son simplemente números; son signos de la realidad comunitaria: cinco es el número de la Torá (los cinco primeros libros de la Biblia, el plan de Dios) y doce es el número de las tribus de Israel y del grupo de los Apóstoles (la comunidad creyente). Toda una catequesis eucarística y del compartir. 

lunes, 23 de julio de 2012

Festividad de Santiago, apóstol - Mt 20,20-28

Catedral de Santiago de Compostela
El evangelista nos presenta a la mamá de los Zebedeos intentando «enchufar» a sus hijos; hoy diríamos practicando «tráfico de influencias» Es humano, comprensible, una madre quiere lo mejor para sus hijos… pero no justificable: «no sabéis lo que pedís», afirmará Jesús. A los discípulos, a esta madre, les gusta el prestigio, el renombre, el poder, el dominio sobre los demás… Y a nosotros también.

El estilo de Jesús es bien distinto; la forma de hacer las cosas que Él quiere para la comunidad de sus seguidores es otra: «no será así entre vosotros» No quiere grandezas, ni dominio, ni poder, ni prestigio, ni…, lo que desea de sus discípulos es que todos sean servidores de los otros. Ese es su estilo, su forma de actuar. Y espera de la comunidad creyente, de su Iglesia que actúe de la misma manera. Cualquier responsabilidad comunitaria no es para propia notoriedad o utilidad, o por pretensión de poder sino para servir, sólo para servir.

martes, 17 de julio de 2012

Domingo XVI del tiempo ordinario - Mc 6,30-34

Jesús y sus discípulos también tienen necesidad de descansar, es humano. La exigencia de evangelizar, de la preocupación por las necesidades del prójimo, de la acción social, etc. no pueden derivar en activismo estresante. Necesitamos como Jesús y los suyos, de vez en cuando, ir «a un sitio tranquilo a descansar un poco» Eso no significa desentenderse de la inmensa labor por realizar, sino dosificar los momentos de actividad y los de descanso. Jesús, cuando ve la multitud que le buscan, es consciente de las necesidades que tienen y las atiende, pero sin prisas, sin tensiones agobiantes: «se puso a enseñarles con calma»

La labor por realizar es inmensa, cuántas personas caminan por la vida «como ovejas sin pastor», sin horizonte, sin sentido, hastiados… Como seguidores de Jesús no podemos mirar para otro lado ante estas realidades. Pero tampoco debemos caer en la tentación contraria de una actividad frenética, sin lugar para el sosiego, el descanso.

martes, 10 de julio de 2012

Domingo XV del tiempo ordinario - Mc 6,7-13

Al grupo de los Doce, como primera realidad de discipulado, Jesús le envía a compartir su misión. Han de sentirse responsables de que la Buena Noticia de parte de Dios, que ha traído e iniciado Jesús, llegue al mayor número de personas posibles, a todos. Son enviados de dos en dos: la evangelización es más llevadera y más eficaz si hay una presencia comunitaria, aunque sólo sean dos; los personalismos, con frecuencia, son un estorbo, cuando no un peligro. Y son encaminados con pobreza de medios: la conversión es obra de Dios, no de estrategias ni de montajes espectaculares.

Todas estas premisas hemos de tenerlas en cuenta a la hora de la llamada «nueva evangelización» La presencia comunitaria, la pobreza de medios, la confianza en la providencia, la preocupación por las necesidades reales de los destinatarios, la Buena Noticia de Jesús como realidad prioritaria, la alegría de la salvación… han de estar presentes en esta tarea irrenunciable.

martes, 3 de julio de 2012

Domingo XIV del tiempo ordinario - Mc 6,1-6

Nazaret
Las reacciones de las gentes de Nazaret ante la intervención de Jesús en la sinagoga son curiosas. Comentan y se extrañan de su sabiduría y de su poder; parece que hay una primera reacción entre admiración y desconcierto pero acaba transformándose en escándalo. No son capaces de admitir que una persona normal, del pueblo, sin prestigio social, cuya familia es conocida por todos y ésta no tiene nada de extraordinario, sea capaz de enseñarles nada, de hablar y actuar en nombre de Dios. Les ganan los prejuicios. Jesús se admira de su falta de fe.

Los conciudadanos de Jesús no acceden al don de Dios, a la Buena Noticia del Reino porque sus suspicacias se lo impiden. Corremos el peligro de que a nosotros comunidad de creyentes en Jesús nos pase algo similar, que nuestros juicios previos (pre-juicios) no nos permitan descubrir los signos de los tiempos, la acción de Dios en nuestra historia concreta, los signos proféticos que se nos ofrecen en las más variadas realidades cotidianas… y continuemos en nuestras cosas y en nuestra mediocridad.

viernes, 29 de junio de 2012

Domingo XIII del tiempo ordinario - Mc 5,21-43

El evangelio de este domingo va de mujeres. Junto a Jesús, se convierten en las protagonistas principales de la narración. Dos mujeres: una, con una dolencia mortal, que está atravesando el umbral de niña a mujer (en la cultura judía esto ocurría a los doce años, con las primeras reglas) y otra que está sufriendo, desde hace doce años (no es casual la repetición del número doce), una grave enfermedad que la estigmatiza y aparta de la vida social y religiosa. Ambas son relegadas de las actividades principales por el hecho de ser mujeres; y, en ambos casos, su situación se ve agravada por su enfermedad: están «muertas» socialmente.

Jesús no participa de los prejuicios sociales de su época; en ambos casos las acoge, las sana, las recupera socialmente. Para el Maestro también las mujeres están llamadas a participar de la Buena Noticia del Reino, que no sabe de discriminaciones. El discipulado de Jesús nos hemos de hacer eco de los gestos de Jesús y no permitir ningún tipo de discriminación por ninguna causa.

martes, 26 de junio de 2012

San Pedro y san Pablo, apóstoles - Mt 16,13-19

La liturgia une en la misma festividad a estos dos gigantes de la Iglesia primitiva, Pedro y Pablo. Ambos sufrieron en sus carnes la cárcel, la tortura, el martirio. Nos lo recuerdan las lecturas que meditamos en este día: «estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel» (primera lectura); «yo (Pablo) estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe» (segunda lectura). Pero antes testimoniaron su fe en Jesús, «el Hijo de Dios vivo» (evangelio).

Las dificultades, el arriesgar la propia vida no les apartó de proclamar a los cuatro vientos la novedad del mensaje de Jesús. Ambos estaban convencidos que la Buena Noticia del Reino, que proclamaban, valía la pena. No sé si nosotros vivimos con similar intensidad nuestra fe, nuestras convicciones; si estamos dispuestos a darlo todo por los valores por los que ellos ofrecieron toda su existencia y su vida.

martes, 19 de junio de 2012

Natividad de Juan Bautista - Lc 1,57-66.80


Río Jordán, lugar del ministerio de Juan Bautista
Todas las lecturas que nos propone la liturgia en la festividad del nacimiento de Juan Bautista son textos (en algunos casos relatos) de vocación. Una elección que se retrotrae al vientre materno: «Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre» (Isaías, primera lectura); «me has tejido en el seno materno […], me has escogido portentosamente» (salmo); «”¿qué va a ser este niño?” Porque la mano del Señor estaba con él» (Juan Bautista, evangelio).

La elección por parte de Dios es desde siempre; también la nuestra. Dios ha pensado en cada uno de nosotros y de nosotras, nos ama personalmente desde toda la eternidad. La voluntad salvífica divina es la felicidad de todos los seres humanos sin excepción: todos somos sus hijos e hijas. Nosotros hemos sido llamados, elegidos para que esta realidad sea posible. Es nuestra misión el que todos gocen de la Buena Noticia de Jesús; de la dignidad que todas las personas humanas compartimos. Juan Bautista fue consecuente con esta vocación.

jueves, 14 de junio de 2012

Domingo XI del tiempo ordinario - Mc 4,26-34

Arbusto de mostaza, Galilea
Jesús utiliza imágenes de la vida cotidiana para hablar a sus oyentes de Dios, del reino de Dios. Dios no es una realidad extraña o lejana. Es Alguien cercano, se interrelaciona con nuestra existencia diaria, con nuestro quehacer habitual.

El reinado de Dios, la realidad que ha inaugurado Jesús crece, de forma sencilla y acompasada, casi imperceptible pero sin detenerse, hasta que «el grano está a punto» Y, también, se asemeja a la semilla de mostaza que siendo algo pequeño, ínfimo, es capaz de producir un arbusto (no un árbol espectacular) en el que en sus ramas «los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas»

Nosotros estamos acostumbrados, nos gustan las cosas de otra manera. Deseamos ver los frutos rápidos, de forma inmediata y que estos sean vistosos, espectaculares, que dejen a todos boquiabiertos. Pero la forma de actuar de Dios, de Jesús es otra. Lo importante, lo esencial no es la grandeza sino la acogida, no es lo pretencioso sino la capacidad de servicio. Ésta es la Iglesia que quiere Jesús, con la que en algunas ocasiones nos cuesta identificarnos.

martes, 12 de junio de 2012

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús - Jn 19,31-37

El evangelio de Juan nos explica cómo Jesús, en la cruz, derramó por amor a la Humanidad hasta la última gota de su sangre. No existe amor más grande y salvífico que el de Jesús: esta realidad es la que celebramos en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.

Lo que define al Dios de la Biblia, al Dios de Jesús es el Amor. El pueblo de Israel es una realidad que irá descubriendo lentamente a lo largo de su historia (primera lectura). Jesús nos lo mostrará continuamente en sus palabras y en sus gestos; en su predicación y en su forma de actuar. Pero será su entrega en la cruz la que mostrará de la forma más nítida posible este amor. El rostro de Dios, a partir de Jesús, nunca más se confundirá con violencia, castigo o venganza: Dios no es así.

La comunidad creyente debe tomar nota de esta realidad; debe hacer suya esta actitud. Si lo que nos define es otra cosa; si en nuestras vidas anidan rivalidades, odios, envidias, ansias de poder o prestigio es señal de que aún nos queda mucho para ser auténtico discipulado de Jesús. La cruz de Jesús, su entrega incondicional debe ser nuestra medida.

martes, 5 de junio de 2012

El Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo - Mc 14,12-16.22-26

Seder de Pesaj (Pascua judía)
El evangelista, en el texto que la liturgia nos sugiere para esta fiesta, señala tanto los elementos de continuidad de la última cena de Jesús y sus discípulos con la celebración de la Pascua judía, como lo que implica de novedad y, por consiguiente, de discontinuidad con dicha conmemoración.

La narración sitúa el contexto en la celebración pascual, en la cena familiar de este evento nuclear de la fe del pueblo de Israel, de su acción de gracias por la liberación de la esclavitud de Egipto: cena, panes, vino, recitación de los salmos de Hallel (Aleluya), recuerdo de la Alianza, espera del Mesías, etc. Pero ahora el cordero pascual es Jesús, el pan que se da como alimento es Jesús, el vino de la alegría y de espera del Mesías es Jesús; la Alianza es una nueva Alianza con toda la humanidad; la liberación es universal, de toda esclavitud, abierta a todos. Es el anticipo de su pasión, muerte y resurrección: el mayor acto de amor posible. ¿Estamos en esta onda?

martes, 29 de mayo de 2012

Solemnidad de la Santísima Trinidad - Mt 28,16-20

Dios es Padre, es Hijo y es Espíritu Santo. Es comunidad de amor. Esto es lo que celebramos este domingo. El evangelista Mateo narrará que Jesús pide a la comunidad de sus seguidores que hagan discípulos por doquier, bautizándoles en el nombre de esta Trinidad única.

Dios es Padre, es Abbá, leemos en la segunda lectura de la carta a los cristianos de Roma. Es criterio ampliamente aceptado entre los estudiosos que ésta expresión, de estrecha intimidad, es no sólo con la que Jesús se dirigía a Dios-Padre sino la forma de iniciar habitualmente la oración en las primeras comunidades cristianas. Los primeros seguidores de Jesús se dirigían a Dios llamándole abbá, papá.

El Dios que nos muestra Jesús es un Dios entrañable, amoroso, respetuoso con todos y cada uno de sus hijos y de sus hijas. Un Padre todo bondad y todo amor, un Dios-Abbá.
Y nos invita a formar parte libremente de su familia, de la familia trinitaria y, también, a que nuestras comunidades sean un reflejo de este amor sin fisuras.

martes, 22 de mayo de 2012

Pentecostés - Jn 20,19-23

Vivimos en el tiempo del Espíritu. Es ésta una realidad que deberíamos vivir con mayor intensidad. Es el Espíritu Santo el que construye la comunidad creyente, el que nos trae la paz, el que posibilita el perdón, quien hace posible que Cristo se haga presente en la Eucaristía, quien nos habla a través de la Palabra de Dios, el que construye la unidad, etc.

Hoy celebramos que Jesús nos lo ha enviado: no ha querido dejarnos huérfanos. Es el Espíritu Santo el que se revela en la comunidad eclesial y en cada uno de sus miembros: «En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común» (segunda lectura). Esa es la razón profunda de la misión del Espíritu Santo: el bien de todos, el bien común.

Somos la comunidad del Espíritu. Es el Espíritu Santo el que debe guiar, el que sustenta, el que inspira toda la acción eclesial; o así debería ser: deberíamos dejarlo; ser conscientes. Por encima de nuestros planes, nuestra organización, nuestros métodos…

martes, 15 de mayo de 2012

La Ascensión del Señor - Mc 16,15-20

La Ascensión del Señor, festividad que celebramos este domingo, no es el final de una historia; no significa que Jesús ha dejado solo a su discipulado. Es, por el contrario, el inicio de una nueva etapa, el principio de un nuevo período, el de la comunidad eclesial.

Los seguidores de Jesús son enviados a continuar la nueva realidad que Él inauguró. La historia de la Humanidad ha quedado marcada por el acontecimiento Jesús de Nazaret. Y esto es lo que debemos prorrogar en el tiempo y en todos los lugares sus discípulos. La responsabilidad que nos encomienda es inmensa pero, al mismo tiempo, es la opción más gratificante posible.

Los seres humanos, todos y todas, tienen una dignidad inalienable; son acreedores de unos derechos que nadie ni nada pueden negar o usurpar; todos gozan del amor incondicional de Dios-Padre. Somos los heraldos de esta realidad por la que el Hijo de Dios vino al mundo y se dejo crucificar. Él continúa con nosotros para hacerlo posible.



martes, 8 de mayo de 2012

Domingo VI de Pascua - Jn 15, 9-17

Cúpula del santo sepulcro, Jerusalén
El tríptico de los últimos domingos queda hoy completado: Jesús es bondad (buen pastor), verdad (verdadera vid) y amor (amor de donación). Los seguidores de Jesús estamos llamados a hacer nuestras estas cualidades, a que definan la comunidad cristiana.

Los «mandamientos» que debemos guardar para permanecer en su amor son su Palabra liberadora, amorosa, su plan bondadoso para la persona humana. Jesús es el ejemplo máximo de este amor, de este vivir el plan de Dios: «Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» El mandamiento es el amor: amar como Jesús, hasta las últimas consecuencias, hasta la entrega de la propia vida.

Jesús no quiere una Iglesia de siervos que su única misión es obedecer siempre, sin cuestionar nada. El desea una comunidad de amigos, de personas libres, que aceptan la Buena Noticia de Jesús y empeñan libremente su vida en llevarla a todos.

martes, 1 de mayo de 2012

Domingo V de Pascua - Jn 15,1-8

El domingo pasado Jesús se presentaba como el buen pastor, hoy como la verdadera vid. Las imágenes son importantes pero los adjetivos, que las acompañan, también. Jesús no es como cualquier pastor: es el buen pastor. Jesús no sólo es la vid en las que estamos insertos: es la verdadera vid. Bondad y verdad, dos calificativos que acompañan la vida de Jesús, y dos cualidades que deben definir a todos los que nos llamamos discípulos suyos.

El evangelio nos recordará la irrenunciable necesidad de estar unidos a Jesús, la verdadera vid. Sin Él no podemos nada; nuestra vida sería infructuosa, vacía, sin sentido, sin valor… Dios-Padre, junto al Hijo, quiere que demos fruto abundante. Nuestra existencia, nuestra hacer, personal y comunitario, deben ser una respuesta al plan de Dios para la Humanidad, al proyecto de un mundo más humano, más justo, más fraternal. Lo conseguiremos, nos dirá: «si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros»

martes, 24 de abril de 2012

Domingo IV de Pascua - Jn 10,11-18

La figura de Jesús como «el buen Pastor» recuerda fácilmente la imagen de Dios como Pastor de Israel. Y es que el símil del pastor y el rebaño en la Biblia no tienen nada de borreguismo ni de alienante. Es, por el contrario, un símbolo de liberación, de protección divina, de unidad, de identidad. Jesús conoce a sus ovejas y las conoce individual, personalmente; de igual modo sus ovejas le conocen. Más aún, Jesús está dispuesto a dar su vida por las ovejas; como así ocurrió. Lo que define la relación entre Jesús y el rebaño es el amor, hasta las últimas consecuencias.

Aunque Jesús quiere dejar claro que su rebaño tampoco se identifica con un gueto, un grupo cerrado que considera que el resto son distintos y una amenaza. «Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor» La Buena Noticia de Jesús ha de llegar a todos sin distinción; su mensaje de liberación es universal; todos y todas están llamados a participar de una fraternidad universal.   

martes, 17 de abril de 2012

Domingo III de Pascua - Lc 24,35-48

El gran tema de la resurrección está flanqueado por otras dos grandes cuestiones: la Eucaristía y la Palabra de Dios. Comienza el evangelio de este domingo con el comentario de los dos discípulos de Emaús, cómo habían reconocido a Jesús resucitado en la fracción del pan, es decir, en la Eucaristía. Jesús, otra vez, se hace presente en medio de la comunidad; y después de comer con ellos les abre «el entendimiento para comprender las Escrituras», para que entiendan que todo responde al plan de Dios manifestado en «la ley de Moisés y en los profetas y salmos», es decir, en la Biblia.

La experiencia de Jesús resucitado no responde a ningún tipo de encuentro mágico, sino que sólo es posible desde la fe. Fue así para la comunidad cristiana primitiva, con un encuentro privilegiado; y lo es también para nosotros creyentes del siglo XXI, desde la experiencia de la fe. Esa experiencia se da en la comunidad eclesial y los «lugares» de ese encuentro son la Eucaristía y la Palabra de Dios.

miércoles, 11 de abril de 2012

Domingo II de Pascua - Jn 20,19-31

También en esta ocasión la narración transcurre en domingo. Ya desde los primeros escritos del Nuevo Testamento se quiere subrayar la centralidad de este día, día de la resurrección del Señor.

Antes de la experiencia de la resurrección de Jesús las actitudes de los discípulos son de miedo e incredulidad. El encuentro con el Resucitado cambiará sus vidas. Ahora el miedo se ha convertido en paz y alegría, y la incredulidad en fe profunda y vida.

Nosotros, creyentes actuales, somos invitados a participar de esta experiencia: «Dichosos los que crean sin haber visto» El evangelista hace un guiño a los oyentes y lectores de este evangelio, a todos los que no hemos contemplado a Jesús resucitado, pero sí podemos participar de esa experiencia a través de la fe. Todos somos invitados a experimentarlo con toda su fuerza transformadora: nuestras vidas cambiarán.

sábado, 7 de abril de 2012

Domingo de Pascua de Resurrección - Jn 20,1-9

¡Felices Pascuas!; ¡el Señor ha resucitado!... Estos son saludos que podemos escuchar en las comunidades cristianas, acompañadas en muchas ocasiones de abrazos o apretones de mano. Son signos de la alegría que significa la resurrección de Jesús. Esto es lo que también nos quieren recordar los textos bíblicos que escuchamos en la liturgia.

El evangelista Juan sitúa la escena del evangelio en domingo (el primer día de la semana), «al amanecer, cuando aún estaba oscuro» Los protagonistas de la narración son María Magdalena, Pedro y el discípulo amado. Los tres van a ser testigos de que el sepulcro, donde habían puesto a Jesús, está vacío.

Los tres correrán, los tres constatarán que Jesús ya no está entre los muertos… Hasta aquel momento, el evangelista lo hará notar, no habían entendido nada: «hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos» Sus vidas cambiarán radicalmente a partir de esta experiencia. ¿Y las nuestras?