martes, 25 de septiembre de 2012

Domingo XXVI del tiempo ordinario - Mc 9,38-43.45.47-48

Juan XXIII
En el evangelio de este domingo aparece el tema de la pertenencia, de la identidad, de quién son de los nuestros y quiénes no. Sigue siendo un tema muy actual. Con qué facilidad ponemos etiquetas de estos son de nuestra sensibilidad religiosa, aquellos no; con estos me siento identificado, con aquellos no estoy a gusto; nosotros somos del sector progresista, aquellos del conservador (y viceversa); etc. Somos, en el fondo, excluyentes, aunque prediquemos lo contrario. No buscamos la unidad (no identificarla nunca con uniformidad) sino la confrontación; unos y otros.

El mensaje de Jesús, «el que no está contra nosotros está a favor nuestro», lo hemos leído y aplicado, con mucha frecuencia, al revés: «el que no está con nosotros está contra nosotros» Y así nos van las cosas. Jesús pide a sus discípulos, a sus seguidores, los de antes y los de ahora, una visión mucho más abierta, más conciliadora, «buscando más lo que nos une que lo que nos separa», en palabra del papa bueno Juan XXIII.

martes, 18 de septiembre de 2012

Domingo XXV del tiempo ordinario - Mc 9,30-37

Niños palestinos
Jesús y sus discípulos van camino de Jerusalén y el camino es una buena oportunidad para enseñarlos, para hacer con ellos catequesis. Jesús les está hablando de su pasión, muerte y resurrección, y ellos están pensando y discutiendo sobre puestos de honor, de poder, de prestigio, de privilegios. ¡Qué contraste!

El Maestro, sin perder la paciencia, les dirá que en la comunidad de sus seguidores el primero ha de ser siempre el último y el servidor de todos, como un niño, cuya opinión no cuenta nunca y es el último en la escala social. Qué difícil se lo pone Jesús a sus seguidores, de entonces y de ahora. Quiere una comunidad en que la medida no sea ni el poder ni el prestigio sino el servicio. Un grupo en que los que son considerados los últimos socialmente son los realmente importantes; en el que los que tienen una función dirigente es exclusivamente para estar a disposición de todos, considerándose siempre indignos y siervos de la comunidad, especialmente de los más pequeños.

martes, 11 de septiembre de 2012

Domingo XXIV del tiempo ordinario - Mc 8,27-35

¿Qué mesianismo representa Jesús?
(Escultura del rey David, Jerusalén)
Estamos en la mitad del evangelio de Marcos. Hasta ahora nadie ha reconocido a Jesús como el Mesías, el Cristo. Las gentes tienen diversas opiniones sobre Jesús, pero ninguna de ellas capta la realidad íntima de su persona. La respuesta de Pedro, representando a la comunidad de discípulos, es la correcta: «Tú eres el Mesías» Pero, ¿Pedro y el resto de sus seguidores entienden adecuadamente el mesianismo de Jesús? La escena siguiente deja claro que no. No están dispuestos a aceptar un mesianismo que pasa por el sufrimiento y por la cruz.

Hemos de preguntarnos a qué Jesús seguimos, a qué tipo de mesianismo nos apuntamos. Tanto los primeros discípulos, como nosotros, nos producen rechazo la cruz, el sufrimiento, las dificultades. Nos gusta más el triunfo, las soluciones fáciles, el no complicarnos la vida… Éste último no es el estilo de Jesús; es posible que el Jesús incomprendido que nos presenta el evangelio de Marcos siga siendo muy actual, también entre sus seguidores.

martes, 4 de septiembre de 2012

Domingo XXIII del tiempo ordinario - Mc 7,31-37

¿Buscamos el aplauso?
El epílogo de la narración del evangelio de este domingo son una palabras de alabanza y de admiración hacia Jesús: «Todo lo ha hecho bien...» Jesús está atento a las necesidades de los que pasan por su lado y los atiende y los cura, hace las cosas bien; pero no quiere publicidad, no busca, no desea el elogio: «Él les mandó que no lo dijeran a nadie» Aunque la mayoría de las veces no lo consigue.

La comunidad eclesial está llamada a seguir las huellas de su Maestro. Somos (o deberíamos ser) los embajadores de la bondad, del bien, de la justicia, de la fraternidad, del amor entrañable… Pero sin buscar la felicitación o el reconocimiento por lo que hacemos. Eso no es lo importante, es innecesario, incluso, en muchas ocasiones, es perjudicial. La Buena Noticia de Jesús, los valores del Reino, la construcción de un mundo más justo donde el bien común sea la norma… es lo importante; el que nos den las gracias, no. ¡Cuánto nos gusta el aplauso de los demás!