martes, 27 de noviembre de 2012

Domingo I de Adviento - Lc 21,25-28.34-36

 Comienza un nuevo año litúrgico y la Iglesia nos propone contemplar en este primer domingo un fragmento del discurso apocalíptico del evangelio de Lucas. La primera parte nos sugiere una situación difícil, crítica: «angustia de las gentes, enloquecidas […]; sin aliento por el miedo y la ansiedad…» Responde a momentos dramáticos por las que pasa o puede pasar la comunidad creyente. Pero estos signos no son motivo de desesperanza y mucho menos de desesperación. El evangelista invita a vivir con esperanza, con optimismo; Jesús nos ha redimido: «levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación»


Nosotros, comunidad cristiana, no podemos contagiarnos del pesimismo ambiental: las dificultades, la crisis, el desaliento, el desánimo, la alarma social… no pueden, no deben hacernos desfallecer, desilusionar. ¡No! La llamada del evangelio es de esperanza, de ilusión, de empuje a hacer todo lo que esté en nuestras manos para superar esta situación, no sólo pensando en nosotros sino en los que nos rodean. Es tiempo de «remangarnos», de trabajar, de construir una realidad diferente, un mundo mejor.

martes, 20 de noviembre de 2012

Jesucristo, Rey del universo - Jn 18,33b-37

«Mi reino no es de este mundo» La afirmación de Jesús nos ahorra de falsas interpretaciones sobre su reinado. Su reino no se identifica con poder, violencia, dominio o imposición; no tiene nada que ver con el lujo o la ostentación; está reñido con la falsedad, el engaño, las promesas incumplidas, las apariencias de servicio para propio provecho… Su reino «no es de aquí», no es como nosotros estamos acostumbrados a hacer las cosas, incluso, en muchas ocasiones, eclesialmente.

La proclamación del reinado de Jesús es ante el tribunal de Pilato, que lo condenará a muerte. Jesús entiende su potestad como servicio, como entrega, como donación incluso de la propia vida; así Jesús es rey.

¿Cómo entendemos nosotros nuestras responsabilidades sociales o eclesiales? Estamos llamados a seguir el estilo y la forma de actuar de Jesús: somos su discipulado. Si en nosotros hay búsqueda de poder, dominio o prestigio es que no hemos entendido la Buena Noticia de Jesús.

martes, 13 de noviembre de 2012

Domingo XXXIII del tiempo ordinario - Mc 13,24-32

Unos cielos nuevos y una tierra nueva
En este domingo meditamos un fragmento del llamado «discurso apocalíptico» del evangelio de Marcos. Es un texto de esperanza y de resistencia. El mal no tiene la última palabra es el mensaje. Los «elegidos» serán reunidos «de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte» Ya no habrá nada que temer, la injusticia será aniquilada, el mal desaparecerá…

No hemos de esperar a la otra vida para que esta realidad se inaugure; ya lo ha hecho Jesús. Los signos de esperanza son visibles. La comunidad creyente tiene la responsabilidad de continuar lo iniciado por el Señor. Es verdad que su plenitud aquí es impensable, pero eso no nos exime de trabajar sin descanso para aproximarnos lo más posible a ella. Contamos con el mensaje de esperanza de Jesús, de quien nos fiamos; sabemos que Dios no nos defraudará; esperamos y trabajamos por unos cielos nuevos y una tierra nueva donde impere la justicia y sea respetada la dignidad de todos. 

martes, 6 de noviembre de 2012

Domingo XXXII del tiempo ordinario - Mc 12,38-44

Ricos y pobres
«Muchos ricos echaban en cantidad […], de lo que les sobra» «Una viuda pobre echó dos reales […], todo lo que tenía para vivir» Situaciones similares se repiten en la actualidad. Y si no tenemos la sensibilidad de Jesús podemos admirar a los primeros e ignorar o despreciar a los que son como la viuda del evangelio, que en realidad ha echado «más que nadie»

En una situación de crisis como la que estamos padeciendo los actos de solidaridad, de compartir son más necesarios que nunca. Pero, la crisis no es igual para todos: hay unos cuantos para los que ésta pasa prácticamente desapercibida. En cambio, para muchos significa paro, desempleo de varios o de todos los miembros de la familia; pobreza; situaciones desesperanzadoras, cuando no desesperantes; desahucio de sus viviendas; sin perspectivas de futuro… Como comunidad creyente no debemos, no podemos permanecer insensibles, tanto los que tienen más como los que tienen menos, cada uno compartiendo desde sus posibilidades reales, no de lo que nos sobra.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Domingo XXXI del tiempo ordinario - Mc 12,28b-34

Texto del Shema, en hebreo
La primera lectura, del libro del Deuteronomio, prepara la respuesta de Jesús en el evangelio de este domingo. A la pregunta sobre cuál es el primer mandamiento, Jesús responderá con el inicio de la oración del Shema que todo judío religioso repite, al menos, dos veces al día, a la mañana y al atardecer: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.» Es como si Jesús le dijese: estás rezándolo cada día y no terminas de darte cuenta que eso es lo nuclear, lo realmente importante, el fundamento de toda la existencia. También a nosotros nos puede pasar que de tanto repetir el Padrenuestro hayamos olvidado que Dios es nuestra Padre amoroso, al que debemos amor por encima de todo.

La segunda parte de la respuesta es una consecuencia lógica. Un amor a Dios que no se materializa en un amor concreto al prójimo es una quimera, es autoengaño, es hipocresía.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Conmemoración de todos los fieles difuntos - Jn 14,1-6

La celebración de «Todos los fieles difuntos» no es ajena a la fiesta del día anterior de «Todos los santos»; de hecho tanto un día como otro el pueblo sencillo y fiel rinde honor a sus muertos con oraciones, flores en los cementerios, actos litúrgicos, recuerdos… Esperamos, desde la fe, que nuestros seres queridos difuntos formen parte del grupo incontable de todos los santos que están gozando del amor inagotable de Dios, conscientes de que en la casa del «Padre hay muchas estancias» y que Jesús les (nos) ha precedido para «preparar el sitio» y que puedan (podamos) estar con Él.

Y es que Jesús es «el camino, y la verdad, y la vida» Él es el genuino, el único camino que a través de la verdad de una existencia auténtica, nos conduce a la Vida con mayúscula. Esa Vida es en la que esperamos y en la que confiamos que nuestros seres queridos están. El amor definitivo, sin límites, es el núcleo de la predicación de Jesús y su plenitud la disfrutaremos en la otra vida, si antes nos hemos comprometido en hacerlo presente.