lunes, 31 de diciembre de 2012

Santa María, Madre de Dios - Lc 2,16-21


El evangelio que contemplamos hoy nos habla de admiración, seguida de proclamación, por parte de los pastores, los primeros testigos del nacimiento de Jesús, después de María y José. El misterio del nacimiento del Hijo de Dios, y al mismo tiempo hijo de María, se convierte en una acción de gracias y alabanza a Dios por parte de estos sencillos personajes. No han visto nada extraordinario, sólo a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Pero ellos han descubierto en este acontecimiento la acción maravillosa de Dios, que como siempre rompe muchos de nuestros esquemas: no tiene nada que ver con las grandezas de este mundo. Y se convierten en los primeros proclamadores del don de Dios para toda la Humanidad, un anuncio que maravilla a todos los dispuestos a aceptar que Dios se manifiesta en lo humilde y sencillo.

María guarda en lo más profundo de su corazón todas estas experiencias y las medita en la intimidad de la oración. Ella va haciendo, poco a poco, el peregrinar de la fe. Va descubriendo lentamente, y viviendo en su propia carne los planes de Dios. Unos planes que no siempre entiende, pero en los que ha comprometido su existencia.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Fiesta de la Sagrada Familia - Lc 2,41-52

Bar Mitvá en el muro occidental del
antiguo Templo de Jerusalén
La imagen que nos sugiere el evangelio de Lucas de la familia formada por Jesús, María y José es la de una familia judía religiosa. Suben de peregrinación a Jerusalén a celebrar la Pascua, la fiesta más importante del Judaísmo: la liberación del pueblo de Israel por la acción poderosa de Dios. Y, probablemente, aprovechan que Jesús ya tiene doce años para celebrar su Bar Mitvá, la ceremonia de la mayoría de edad religiosa de los niños judíos, en la que leen por primera ver públicamente la Torá, la Palabra de Dios.

Lo primero que nos insinúa el texto es cómo debemos vivir nuestra religiosidad en el ámbito de la familia, lo importante que es cuidar –siempre que sea posible– los momentos religiosos importantes, con sencillez. Y el papel primordial que tiene la familia en la educación de los hijos, en crear un ambiente religioso. Por otro, complementario del anterior, la exquisitez en considerar la Palabra de Dios central en la vida personal y familiar: Jesús la lee y comenta en el Templo, María la conserva en su corazón, José –con toda probabilidad– la recita diariamente en familia.  

lunes, 24 de diciembre de 2012

La Natividad del Señor - Jn 1,1-18

El prólogo del evangelio de Juan, que la liturgia nos propone para la solemnidad de la Natividad del Señor, es una joya literaria junto a su profundidad teológica.

La Palabra de Dios no es sólo un texto escrito, tiene un rostro. Jesús, el Hijo de Dios, es la Palabra de Dios por antonomasia. Una Palabra que desde el principio de la Creación ha entrado en diálogo con el ser humano y que al final de los tiempos, en los que vivimos desde la encarnación del Hijo de Dios, ha tomado forma humana. Ha querido compartir con nosotros todo: nuestra carne, nuestros sufrimientos y nuestras alegrías, nuestros miedos y nuestras esperanzas…, todo lo que es humano.

Él ha venido a nuestro mundo, a nuestra casa. Y corremos el peligro de no conocerlo, de no recibirlo. Pero esta Palabra de Dios, que es Jesús, nos ofrece la posibilidad de sentirnos y de ser hijos de Dios. Para Dios-Padre ya lo somos, sólo falta que nosotros nos lo creamos, lo aceptemos, seamos consecuentes con esa dignidad a la que somos llamados.

martes, 18 de diciembre de 2012

Domingo IV de Adviento - Lc 1,39-45

En el último domingo de Adviento la liturgia nos invita a poner los ojos en María, la madre de Jesús, la madre del Hijo de Dios. El texto que nos propone contemplar es el de la visitación de María a su parienta Isabel.

María aparece como una mujer atenta a las necesidades de los demás y, por ello, es capaz de viajar aproximadamente 130Km (distancia de Nazaret a Ein Karem) para ayudar a su parienta Isabel, embarazada y ya avanzada en edad.

Nos podemos unir a los elogios de Isabel a María que no se contentará con solicitar la bendición de Dios sobre ella, sino que proclamará una de las primeras bienaventuranzas, alabando la fe de la madre de Jesús: «Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá» La presencia de Jesús en el vientre de María llenará de alegría y del Espíritu Santo tanto a Isabel como al hijo que lleva en las entrañas.

María es ejemplo de fe, de servicio, de evangelización, de alegría, de discípula, de apertura al plan de Dios. Todo un modelo a seguir.

martes, 11 de diciembre de 2012

Domingo III de Adviento - Lc 3,10-18

Seguimos meditando el ministerio de Juan Bautista. Él tiene la misión de preparar el camino a la llegada del Mesías, e invita a todos los que le salen al paso a cambiar de actitud: compartir con quien tiene menos, ser honrados, hacer el bien, practicar la justicia… Valores humanos, que nos hablan de realidades divinas.

A Juan Bautista no le preocupa el propio prestigio, ni la fama, sino la estricta voluntad de Dios, el plan salvífico para la Humanidad. El bautismo de Juan es de arrepentimiento, de conversión, de invitación a una nueva vida, de preparación. Pero el bautismo que traerá Jesús será vida, acción del Espíritu Santo, fuego transformador de las conciencias y de las personas.

La liturgia de estos domingos nos invita a estar expectantes, esperanzados en que es posible una nueva realidad, la inauguró Jesús, y eso es lo que vamos a celebrar en esta Navidad, en cada Navidad. También nos implica, nos compromete en esta nueva realidad, en participar en ella, en contribuir a hacerla posible.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Domingo II de Adviento - Lc 3,1-6

Río Jordán
La Palabra de Dios se hace presente en la historia; en la historia de la Humanidad y en cada una de nuestras historias personales y comunitarias. El evangelista tiene un interés especial en subrayarlo y por eso la sitúa tanto en la perspectiva universal (Imperio romano) como local y religiosa. La Palabra de Dios no es algo atemporal, ahistórico y, mucho menos, no es neutral. La Palabra de Dios es la propuesta de diálogo, de comunicación, de interrelación del mismo Dios con nosotros. Y, por eso, se produce, actúa en el tiempo, en la Historia (con mayúscula y con minúscula).

El ministerio de Juan Bautista acontece en este contexto; él responde a la interpelación de la Palabra de Dios y se lanza a predicar, a preparar el camino para el acontecimiento más importante de la Historia de la Humanidad: la encarnación del Hijo de Dios. Pero, como comentábamos en la celebración de ayer, de la Inmaculada Concepción de María, Dios se quiere valer de nosotros para hacer posible su plan: es la forma de actuar del Dios de la Biblia.

lunes, 3 de diciembre de 2012

La Inmaculada Concepción de María - Lc 1,26-38

Iglesia de la Anunciación, Nazaret
Todas las advocaciones y títulos con las que se honra a María, la madre de Jesús, tienen su fundamento en el misterio de Jesús, el Hijo de Dios. No podemos perder nunca de vista esta perspectiva. Por esta razón, la liturgia, en la festividad de hoy, nos invita a leer, a escuchar, a contemplar el relato del anuncio a María del nacimiento de su Hijo. María va a ser madre del Hijo de Dios.

El evangelista nos muestra a una mujer abierta al plan de Dios; a la auténtica discípula capaz de ofrecer toda su existencia para que el designio de Dios para la Humanidad sea una realidad; colaborando plenamente para hacerlo posible. En esto consiste la grandeza de María: Dios ha querido la colaboración humana para traer la salvación, la liberación de todos los hombres y mujeres y se ha encontrado con el sí incondicional de María. «Para Dios no hay nada imposible», pero Dios no quiere nunca hacer nada sin nuestra cooperación: la de María es sin fisuras, sin condiciones.