El evangelio de este domingo nos
propone una escala de valores que, con frecuencia, entra en conflicto con los
intereses que nos sugieren la sociedad y los diversos medios de comunicación.
Jesús habla de codicia, riqueza,
bienes, andar sobrado, darse a la buena vida... Pero, la crítica no está
centrada en la persona rica, sino en que el ansia de poseer sea lo central de
la existencia: un afán de codicia que ciega la relación con Dios y la
preocupación por el otro, por las necesidades del prójimo.
Los medios de comunicación, a través
de concursos, programas, cierto tipo de periodismo sensacionalista o rosa...,
nos presentan como un bien deseable el dinero y la fama fácil, a cualquier
precio, normalmente sin ningún escrúpulo ético. Y, curiosamente, este tipo de
programación es el que más éxito cosecha en todas las cadenas televisivas y el
resto de mass media.
Las afirmaciones de Jesús van en otra
dirección: el sentido de la vida no está en ninguna de estas cosas; la vida no
depende de los bienes. La persona se define por lo que es y no por lo que
tiene. Nos propone otra forma de riqueza, en la que el poseer, la riqueza, la
fama no son lo que hace al ser humano más persona.