lunes, 24 de septiembre de 2018

Domingo XXVI del tiempo ordinario, ciclo B - Mc 9,38-43.45.47-48

En la línea de los textos del evangelio de Marcos leídos en los anteriores domingos, los discípulos no acaban de comprender el mensaje de Jesús. 

Esta vez la polémica viene porque han encontrado a alguien que actuaba en nombre de Jesús, pero «no es de los nuestros». Tienen una mirada estrecha; defienden sus intereses de grupo por encima de todo, incluso de los gestos de bondad, si quien los realiza es alguien extraño a la comunidad. La perspectiva de Jesús no admite esas estrecheces de miras. El don del Reino de Dios no es excluyente, nada tiene que ver con grupismos, aunque sean eclesiales. Todos, todas están llamados a participar de la «Buena Noticia» de Jesús.

El mensaje de Jesús es inclusivo, abierto a todos y a todas: «El que no está contra nosotros está a favor nuestro» Jesús advierte contra una eclesialidad que ve enemigos en cualquiera que piensa distinto; incapaz de descubrir bondad, «ráfagas» del amor de Dios en alguien que no es de los nuestros. Hemos de cambiar nuestra forma de ver las cosas, de juzgar a las personas. Podemos encontrar «semillas» del Reino donde y en quien menos nos pensamos.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Domingo XXV del tiempo ordinario, ciclo B - Mc 9,30-37

Niños palestinos
El tema del Jesús incomprendido sigue siendo la línea maestra de la narración del evangelio de Marcos, como llevamos viendo desde hace varias semanas, en los evangelios dominicales.

Jesús, una vez más, les va instruyendo sobre su final trágico, su escarnio y su muerte, pero, también, sobre su resurrección. El mal, en el plan de Dios, no tiene la última palabra. En cambio, los discípulos van discutiendo sobre quién es el más importante. Es la paradoja del mundo, de la que no escapan los seguidores de Jesús, ni siquiera la primera comunidad. Frente a un Jesús abierto a todos, comprometido con la causa del Padre, donde todos los hombres y todas las mujeres son acreedores de la misma dignidad, ya que todos y todas son hijos del mismo Padre; los discípulos están preocupados y ocupados en discutir sobre su parcela de poder.

La respuesta-imagen de Jesús es tajante, no admite componendas ni interpretaciones reductoras. Pone en medio de ellos un niño, imagen de lo más débil e insignificante en una sociedad que sólo contaban los adultos varones. Y afirma: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos» En la comunidad cristiana el valor de lo pequeño es lo definitivo, todo lo demás se aparta del mensaje de Jesús.

lunes, 10 de septiembre de 2018

Domingo XXIV del tiempo ordinario, ciclo B - Mc 8,27-35

Comentábamos la semana pasada el temor de Jesús a la incomprensión de su mesianismo, de su misión, de su predicación, de sus acciones sanadoras. Y, por eso, pregunta, a sus discípulos, a los más íntimos, por la opinión que la gente tiene de Él.

Las respuestas son diversas, quizás insuficientes, pero todas positivas: no debemos menospreciar las opiniones sobre Jesús entre algunos jóvenes o entre muchas personas de nuestro entorno actual por el hecho de ser insuficientes; son un primer paso.

Aunque a Jesús lo que realmente le interesa es la respuesta de sus discípulos. La contestación vendrá de labios de Pedro, quien representa la opinión del colectivo: «Tú eres el Mesías» Pero, ¿verdaderamente, los discípulos han entendido a Jesús?; ¿han alcanzado a percibir el alcance de su reconocimiento como Mesías? El narrador tiene interés en señalar que no. La reacción de Pedro, intentando apartar a Jesús de su final trágico, consecuencia de su predicación y de su forma de actuar, es prueba de que no han comprendido nada.

La figura de Jesús, el seguirlo, también hoy produce equívocos e incomprensiones. El ser cristiano implica poner «toda la carne en el asador», comprometer la existencia en la «buena noticia» predicada y vivida por Jesús. Y no siempre es fácil.

martes, 4 de septiembre de 2018

Domingo XXIII del tiempo ordinario, ciclo B - Mc 7,31-37

En el evangelio de este domingo encontramos dos temas muy frecuentes en todo el evangelio de Marcos: el mandato de Jesús de guardar silencio, después de una acción extraordinaria y, por contraste, la proclamación insistente del hecho por parte de la persona beneficiada, no haciendo caso de la advertencia de Jesús.  

El llamado «secreto mesiánico», que no es otra cosa que la insistencia de Jesús en no hacer publicidad de sus hechos prodigiosos, responde a la sospecha de que no sea bien entendido su mesianismo. El mensaje de Jesús no se puede confundir con una fe «milagrera». Sus milagros no son magia, no buscan impresionar a los presentes, no intentan demostrar nada; responden al poder de Dios puesto al servicio del ser humano necesitado. Lo nuclear es la imagen de un Dios misericordioso, solidario con el dolor humano. Por eso, Jesús se acerca a los enfermos y los atiende, los escucha, los cura; como lo hará con todos los pobres y marginados.

Pero quien ha sido acogido por Jesús; quien ha experimentado su fuerza sanadora; el que ha percibido que Dios le ama personalmente no puede callar, aunque se lo pida el mismo Jesús. La proclamación del don de Dios, experimentado en la propia vida, responde a un corazón agradecido. No podemos guardar silencio si Dios ha actuado en nuestras vidas. ¡Y lo ha hecho!