viernes, 29 de junio de 2012

Domingo XIII del tiempo ordinario - Mc 5,21-43

El evangelio de este domingo va de mujeres. Junto a Jesús, se convierten en las protagonistas principales de la narración. Dos mujeres: una, con una dolencia mortal, que está atravesando el umbral de niña a mujer (en la cultura judía esto ocurría a los doce años, con las primeras reglas) y otra que está sufriendo, desde hace doce años (no es casual la repetición del número doce), una grave enfermedad que la estigmatiza y aparta de la vida social y religiosa. Ambas son relegadas de las actividades principales por el hecho de ser mujeres; y, en ambos casos, su situación se ve agravada por su enfermedad: están «muertas» socialmente.

Jesús no participa de los prejuicios sociales de su época; en ambos casos las acoge, las sana, las recupera socialmente. Para el Maestro también las mujeres están llamadas a participar de la Buena Noticia del Reino, que no sabe de discriminaciones. El discipulado de Jesús nos hemos de hacer eco de los gestos de Jesús y no permitir ningún tipo de discriminación por ninguna causa.

martes, 26 de junio de 2012

San Pedro y san Pablo, apóstoles - Mt 16,13-19

La liturgia une en la misma festividad a estos dos gigantes de la Iglesia primitiva, Pedro y Pablo. Ambos sufrieron en sus carnes la cárcel, la tortura, el martirio. Nos lo recuerdan las lecturas que meditamos en este día: «estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel» (primera lectura); «yo (Pablo) estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe» (segunda lectura). Pero antes testimoniaron su fe en Jesús, «el Hijo de Dios vivo» (evangelio).

Las dificultades, el arriesgar la propia vida no les apartó de proclamar a los cuatro vientos la novedad del mensaje de Jesús. Ambos estaban convencidos que la Buena Noticia del Reino, que proclamaban, valía la pena. No sé si nosotros vivimos con similar intensidad nuestra fe, nuestras convicciones; si estamos dispuestos a darlo todo por los valores por los que ellos ofrecieron toda su existencia y su vida.

martes, 19 de junio de 2012

Natividad de Juan Bautista - Lc 1,57-66.80


Río Jordán, lugar del ministerio de Juan Bautista
Todas las lecturas que nos propone la liturgia en la festividad del nacimiento de Juan Bautista son textos (en algunos casos relatos) de vocación. Una elección que se retrotrae al vientre materno: «Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre» (Isaías, primera lectura); «me has tejido en el seno materno […], me has escogido portentosamente» (salmo); «”¿qué va a ser este niño?” Porque la mano del Señor estaba con él» (Juan Bautista, evangelio).

La elección por parte de Dios es desde siempre; también la nuestra. Dios ha pensado en cada uno de nosotros y de nosotras, nos ama personalmente desde toda la eternidad. La voluntad salvífica divina es la felicidad de todos los seres humanos sin excepción: todos somos sus hijos e hijas. Nosotros hemos sido llamados, elegidos para que esta realidad sea posible. Es nuestra misión el que todos gocen de la Buena Noticia de Jesús; de la dignidad que todas las personas humanas compartimos. Juan Bautista fue consecuente con esta vocación.

jueves, 14 de junio de 2012

Domingo XI del tiempo ordinario - Mc 4,26-34

Arbusto de mostaza, Galilea
Jesús utiliza imágenes de la vida cotidiana para hablar a sus oyentes de Dios, del reino de Dios. Dios no es una realidad extraña o lejana. Es Alguien cercano, se interrelaciona con nuestra existencia diaria, con nuestro quehacer habitual.

El reinado de Dios, la realidad que ha inaugurado Jesús crece, de forma sencilla y acompasada, casi imperceptible pero sin detenerse, hasta que «el grano está a punto» Y, también, se asemeja a la semilla de mostaza que siendo algo pequeño, ínfimo, es capaz de producir un arbusto (no un árbol espectacular) en el que en sus ramas «los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas»

Nosotros estamos acostumbrados, nos gustan las cosas de otra manera. Deseamos ver los frutos rápidos, de forma inmediata y que estos sean vistosos, espectaculares, que dejen a todos boquiabiertos. Pero la forma de actuar de Dios, de Jesús es otra. Lo importante, lo esencial no es la grandeza sino la acogida, no es lo pretencioso sino la capacidad de servicio. Ésta es la Iglesia que quiere Jesús, con la que en algunas ocasiones nos cuesta identificarnos.

martes, 12 de junio de 2012

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús - Jn 19,31-37

El evangelio de Juan nos explica cómo Jesús, en la cruz, derramó por amor a la Humanidad hasta la última gota de su sangre. No existe amor más grande y salvífico que el de Jesús: esta realidad es la que celebramos en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.

Lo que define al Dios de la Biblia, al Dios de Jesús es el Amor. El pueblo de Israel es una realidad que irá descubriendo lentamente a lo largo de su historia (primera lectura). Jesús nos lo mostrará continuamente en sus palabras y en sus gestos; en su predicación y en su forma de actuar. Pero será su entrega en la cruz la que mostrará de la forma más nítida posible este amor. El rostro de Dios, a partir de Jesús, nunca más se confundirá con violencia, castigo o venganza: Dios no es así.

La comunidad creyente debe tomar nota de esta realidad; debe hacer suya esta actitud. Si lo que nos define es otra cosa; si en nuestras vidas anidan rivalidades, odios, envidias, ansias de poder o prestigio es señal de que aún nos queda mucho para ser auténtico discipulado de Jesús. La cruz de Jesús, su entrega incondicional debe ser nuestra medida.

martes, 5 de junio de 2012

El Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo - Mc 14,12-16.22-26

Seder de Pesaj (Pascua judía)
El evangelista, en el texto que la liturgia nos sugiere para esta fiesta, señala tanto los elementos de continuidad de la última cena de Jesús y sus discípulos con la celebración de la Pascua judía, como lo que implica de novedad y, por consiguiente, de discontinuidad con dicha conmemoración.

La narración sitúa el contexto en la celebración pascual, en la cena familiar de este evento nuclear de la fe del pueblo de Israel, de su acción de gracias por la liberación de la esclavitud de Egipto: cena, panes, vino, recitación de los salmos de Hallel (Aleluya), recuerdo de la Alianza, espera del Mesías, etc. Pero ahora el cordero pascual es Jesús, el pan que se da como alimento es Jesús, el vino de la alegría y de espera del Mesías es Jesús; la Alianza es una nueva Alianza con toda la humanidad; la liberación es universal, de toda esclavitud, abierta a todos. Es el anticipo de su pasión, muerte y resurrección: el mayor acto de amor posible. ¿Estamos en esta onda?