martes, 29 de mayo de 2012

Solemnidad de la Santísima Trinidad - Mt 28,16-20

Dios es Padre, es Hijo y es Espíritu Santo. Es comunidad de amor. Esto es lo que celebramos este domingo. El evangelista Mateo narrará que Jesús pide a la comunidad de sus seguidores que hagan discípulos por doquier, bautizándoles en el nombre de esta Trinidad única.

Dios es Padre, es Abbá, leemos en la segunda lectura de la carta a los cristianos de Roma. Es criterio ampliamente aceptado entre los estudiosos que ésta expresión, de estrecha intimidad, es no sólo con la que Jesús se dirigía a Dios-Padre sino la forma de iniciar habitualmente la oración en las primeras comunidades cristianas. Los primeros seguidores de Jesús se dirigían a Dios llamándole abbá, papá.

El Dios que nos muestra Jesús es un Dios entrañable, amoroso, respetuoso con todos y cada uno de sus hijos y de sus hijas. Un Padre todo bondad y todo amor, un Dios-Abbá.
Y nos invita a formar parte libremente de su familia, de la familia trinitaria y, también, a que nuestras comunidades sean un reflejo de este amor sin fisuras.

martes, 22 de mayo de 2012

Pentecostés - Jn 20,19-23

Vivimos en el tiempo del Espíritu. Es ésta una realidad que deberíamos vivir con mayor intensidad. Es el Espíritu Santo el que construye la comunidad creyente, el que nos trae la paz, el que posibilita el perdón, quien hace posible que Cristo se haga presente en la Eucaristía, quien nos habla a través de la Palabra de Dios, el que construye la unidad, etc.

Hoy celebramos que Jesús nos lo ha enviado: no ha querido dejarnos huérfanos. Es el Espíritu Santo el que se revela en la comunidad eclesial y en cada uno de sus miembros: «En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común» (segunda lectura). Esa es la razón profunda de la misión del Espíritu Santo: el bien de todos, el bien común.

Somos la comunidad del Espíritu. Es el Espíritu Santo el que debe guiar, el que sustenta, el que inspira toda la acción eclesial; o así debería ser: deberíamos dejarlo; ser conscientes. Por encima de nuestros planes, nuestra organización, nuestros métodos…

martes, 15 de mayo de 2012

La Ascensión del Señor - Mc 16,15-20

La Ascensión del Señor, festividad que celebramos este domingo, no es el final de una historia; no significa que Jesús ha dejado solo a su discipulado. Es, por el contrario, el inicio de una nueva etapa, el principio de un nuevo período, el de la comunidad eclesial.

Los seguidores de Jesús son enviados a continuar la nueva realidad que Él inauguró. La historia de la Humanidad ha quedado marcada por el acontecimiento Jesús de Nazaret. Y esto es lo que debemos prorrogar en el tiempo y en todos los lugares sus discípulos. La responsabilidad que nos encomienda es inmensa pero, al mismo tiempo, es la opción más gratificante posible.

Los seres humanos, todos y todas, tienen una dignidad inalienable; son acreedores de unos derechos que nadie ni nada pueden negar o usurpar; todos gozan del amor incondicional de Dios-Padre. Somos los heraldos de esta realidad por la que el Hijo de Dios vino al mundo y se dejo crucificar. Él continúa con nosotros para hacerlo posible.



martes, 8 de mayo de 2012

Domingo VI de Pascua - Jn 15, 9-17

Cúpula del santo sepulcro, Jerusalén
El tríptico de los últimos domingos queda hoy completado: Jesús es bondad (buen pastor), verdad (verdadera vid) y amor (amor de donación). Los seguidores de Jesús estamos llamados a hacer nuestras estas cualidades, a que definan la comunidad cristiana.

Los «mandamientos» que debemos guardar para permanecer en su amor son su Palabra liberadora, amorosa, su plan bondadoso para la persona humana. Jesús es el ejemplo máximo de este amor, de este vivir el plan de Dios: «Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» El mandamiento es el amor: amar como Jesús, hasta las últimas consecuencias, hasta la entrega de la propia vida.

Jesús no quiere una Iglesia de siervos que su única misión es obedecer siempre, sin cuestionar nada. El desea una comunidad de amigos, de personas libres, que aceptan la Buena Noticia de Jesús y empeñan libremente su vida en llevarla a todos.

martes, 1 de mayo de 2012

Domingo V de Pascua - Jn 15,1-8

El domingo pasado Jesús se presentaba como el buen pastor, hoy como la verdadera vid. Las imágenes son importantes pero los adjetivos, que las acompañan, también. Jesús no es como cualquier pastor: es el buen pastor. Jesús no sólo es la vid en las que estamos insertos: es la verdadera vid. Bondad y verdad, dos calificativos que acompañan la vida de Jesús, y dos cualidades que deben definir a todos los que nos llamamos discípulos suyos.

El evangelio nos recordará la irrenunciable necesidad de estar unidos a Jesús, la verdadera vid. Sin Él no podemos nada; nuestra vida sería infructuosa, vacía, sin sentido, sin valor… Dios-Padre, junto al Hijo, quiere que demos fruto abundante. Nuestra existencia, nuestra hacer, personal y comunitario, deben ser una respuesta al plan de Dios para la Humanidad, al proyecto de un mundo más humano, más justo, más fraternal. Lo conseguiremos, nos dirá: «si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros»