martes, 23 de febrero de 2016

Domingo III de Cuaresma, ciclo C - Lc 13,1-9

Todos sin excepción, nos lo recuerda el evangelio de este domingo, somos pecadores, nuestra vida no está orientada al bien. Nuestra existencia, con frecuencia, es estéril, no da fruto.

El Señor tiene con nosotros una paciencia infinita: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Cuantas veces nuestra vida está llena de propósitos que no han pasado de eso, de propósitos. Pero Dios siempre está ahí, a nuestro lado, contando con nosotros.

Este evangelio no es una constatación pesimista de nuestra realidad cotidiana, personal y comunitaria. Es una llamada de esperanza a que las cosas pueden cambiar. Dios cuenta con nosotros parra llevar a cabo su plan amoroso para la humanidad. Es posible que todas las mujeres y todos los hombres nos consideremos hermanos, hijos del mismo Padre, quien nos ama con amor infinito, incondicional, y nos invita a participar de este amor.

Él está siempre dispuesto a darnos otra oportunidad: déjala todavía este año. Pero no nos podemos «dormir en los laureles». Es hora de desperezarnos y comenzar a trabajar, a dar fruto. No podemos aplazarlo eternamente.

martes, 16 de febrero de 2016

Domingo II de Cuaresma, ciclo C - Lc 9,28b-36

La escena del Evangelio de hoy anticipa el misterio glorioso de Jesús, pero no obvia la antesala: su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. La liberación que proclama Jesús y de la que su resurrección es el exponente que la garantiza, no ahorra el sufrimiento de la cruz y de la muerte.

En Jesús se cumplen todas las esperanzas del pueblo de Israel, del pueblo de Dios, representado en la escena por Moisés y Elías, la Ley y los Profetas. Dios Padre corrobora que es así: Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.

Pedro, Juan y Santiago son espectadores de esta teofanía, de esta manifestación de Dios. Pero, como es habitual, no entienden nada: primero se caen de sueño, luego no saben lo que dicen, al final están asustados... ¡Qué difícil es a veces percibir la fuerza de la Buena Nueva de Jesús!

El Evangelio del Reino es un mensaje gozoso de liberación. Pero este mensaje no va a ser en muchas ocasiones bien acogido: Jesús sabía que con su predicación y con su estilo de actuar se jugaba la vida. Los discípulos están dispuestos a llegar a la meta, pero no siempre están preparados para asumir las consecuencias del seguimiento radical de las enseñanzas y de la vida de Jesús.

jueves, 11 de febrero de 2016

Domingo I de Cuaresma, ciclo C - Lc 4,1-13

Monte de las tentaciones
Las tres tentaciones que nos narra este domingo el evangelista Lucas siguen siendo de gran actualidad: la tentación de lo extraordinario, la tentación del poder y la tentación de la fama rápida.

Los medios de comunicación, hoy más que nunca, nos presentan en muchas ocasiones unos «valores» a seguir que no están nada lejos de esta narración.

El mensaje de Jesús y su actitud están a años luz de esta perspectiva; ¿nosotros estamos dispuestos a rechazar estas tentaciones, a ejemplo de Jesús? Él nos propone la grandeza de lo ordinario, de lo cotidiano, frente a la vanidad de lo extraordinario; la importancia y el valor de lo sencillo frente a las ansias incontenibles de poder y de éxito; y la valía del trabajo diario, del esfuerzo continuo, frente a la búsqueda de la fama inmediata.

Sólo Dios es digno de culto, de alabanza, de adoración. No podemos perder de vista nunca este enfoque: no podemos poner en el lugar de Dios la inmediatez, el poder, el dinero, la fama. Entre otras cosas porque nada de esto da la felicidad.

Pero, la tentación no descansa. Siempre busca una mejor oportunidad, e igual que en el caso de Jesús se va hasta otra ocasión más propicia. No podemos bajar la guardia.

lunes, 8 de febrero de 2016

Miércoles de ceniza - Mt 6,1-6.16-18

El «miércoles de ceniza» comienza la Cuaresma y el evangelio nos recuerda tres actitudes que han de ilustrar este tiempo litúrgico: limosna, oración y penitencia. A nadie le viene de nuevo esto; lo hemos oído tantas veces: cada Cuaresma lo mismo...

Jesús introduce una novedad en estas prácticas ancestrales: no hacerlas para que nos vean los demás. No sé si hoy «vende» el que nos vean dar una limosna, hacer oración o penitencia. Pero lo que sí estoy seguro es que en casi todas las cosas que hacemos buscamos la aprobación de los demás, la palmadita en el hombro, el reconocimiento social... Jesús dirá de esta forma de actuar: Os aseguro que ya han recibido su paga.

Él nos invita a otro estilo de hacer: una preocupación exquisita por las necesidades del prójimo, es decir, del próximo, porque es mi hermano o mi hermana, hijos del mismo Padre; una penitencia para «ponerme en la piel» de tantos que hacen «penitencia» forzosa cada día; y un diálogo frecuente con Dios que ha de ser necesidad vital de mi existencia: tengo necesidad de salir de mi banalidad, que mi vida transcienda. Esto no tiene nada que ver con buscar el aplauso de los otros.

martes, 2 de febrero de 2016

Domingo V del tiempo ordinario, ciclo C - Lc 5,1-11

El inicio del evangelio de hoy es alentador, ilusionante: «la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios.» La Palabra de Dios entusiasma, sobre todo cuando se presenta con toda su fuerza transformadora, con toda su viveza, como lo hacía Jesús.

La «pesca milagrosa» es signo de que cuando se confía en esta Palabra, en la palabra de Jesús, los frutos son extraordinarios. Es la Palabra de Dios, y no nuestros cálculos, nuestros esfuerzos, nuestra autosuficiencia, la que produce el milagro.

La reacción de Pedro y de los demás discípulos es de admiración y de temor. Rudolf Otto, un famoso investigador del fenómeno religioso, habla de la manifestación de la transcendencia (de Dios) como «misterio tremendo y fascinante» Esta impresión es la habitual cuando cualquier hombre o mujer descubre la fuerza amorosa y transformadora de la Palabra de Dios. Ésta es la experiencia que viven los seguidores de Jesús, de entonces y de ahora.

La Palabra de Dios ha de estar presente en nuestras vidas, en nuestra lectura y oración diarias, en las reuniones comunitarias, informando toda la pastoral, en la vida de la Iglesia… En ella encontraremos el plan amoroso de Dios para nosotros, para la comunidad eclesial, para el mundo.