lunes, 8 de febrero de 2016

Miércoles de ceniza - Mt 6,1-6.16-18

El «miércoles de ceniza» comienza la Cuaresma y el evangelio nos recuerda tres actitudes que han de ilustrar este tiempo litúrgico: limosna, oración y penitencia. A nadie le viene de nuevo esto; lo hemos oído tantas veces: cada Cuaresma lo mismo...

Jesús introduce una novedad en estas prácticas ancestrales: no hacerlas para que nos vean los demás. No sé si hoy «vende» el que nos vean dar una limosna, hacer oración o penitencia. Pero lo que sí estoy seguro es que en casi todas las cosas que hacemos buscamos la aprobación de los demás, la palmadita en el hombro, el reconocimiento social... Jesús dirá de esta forma de actuar: Os aseguro que ya han recibido su paga.

Él nos invita a otro estilo de hacer: una preocupación exquisita por las necesidades del prójimo, es decir, del próximo, porque es mi hermano o mi hermana, hijos del mismo Padre; una penitencia para «ponerme en la piel» de tantos que hacen «penitencia» forzosa cada día; y un diálogo frecuente con Dios que ha de ser necesidad vital de mi existencia: tengo necesidad de salir de mi banalidad, que mi vida transcienda. Esto no tiene nada que ver con buscar el aplauso de los otros.

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