martes, 28 de agosto de 2012

Domingo XXII del tiempo ordinario - Mc 7,1-8.14-15.21-23

Comida no permitida: no kosher
Los discípulos de Jesús no se preocupan demasiado de las estrictas normas alimenticias y de pureza ritual que los fariseos cumplían con escrupulosidad religiosa. Y estos se lo echan en cara a Jesús. La respuesta de Jesús es dura; después de llamarles hipócritas, añade, citando al profeta Isaías: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos»

Gran parte de la denuncia profética, a la que se une Jesús, es la de una exquisita preocupación por el culto y que no se corresponde a una vida según el plan de Dios, a una inquietud real por los que pasan necesidad, por la justicia, por los derechos de todas y de todos… No es una negación de lo primero, bueno y necesario, sino de priorizar lo segundo que da sentido a una oración y un culto auténticos. En nuestras comunidades corremos el peligro de caer en lo mismo que Jesús recrimina a los fariseos (personas, por cierto, muy religiosas y cumplidoras): ¿qué es para nosotros lo prioritario?

martes, 21 de agosto de 2012

Domingo XXI del tiempo ordinario - Jn 6, 60-69

Con el evangelio de hoy, después de cinco domingos, cerramos el recorrido por el discurso eucarístico de Jesús que nos transmite el evangelio de Juan. Jesús no es comprendido por muchos de sus interlocutores e incluso por gran parte de sus discípulos. Él les echará en cara su falta de fe.

Ante la pregunta de Jesús, al grupo de los Doce, si ellos también lo abandonarán, Pedro dará la respuesta creyente: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios» Jesús es la resolución definitiva, la respuesta a los interrogantes sobre una vida con sentido…

La apuesta por la fe no es fácil, pero vale la pena, da sentido a la existencia. No sé hasta que punto estamos convencidos de ello. La fe implica una respuesta exigente en nuestra vida, donde no caben componendas con el aburguesamiento y el no quererse complicar la vida. En la Eucaristía y en la Palabra de Dios encontraremos la fuerza. 

jueves, 16 de agosto de 2012

Domingo XX del tiempo ordinario - Jn 6,51-58

Lugar de la multiplicación de los panes y los peces
Continuamos con el discurso eucarístico de Jesús, que nos ofrece el evangelio de Juan en su capítulo seis. El participar del banquete eucarístico nos abre a la vida eterna: éste es el mensaje central del texto de este domingo.

La eucaristía nos introduce en una vida nueva, la vida de Dios. Jesús ha querido que podamos ya degustar, aquí y ahora, la vida que disfrutaremos plenamente en el cielo. Eso es lo que posibilita la Eucaristía. Más aún, Jesús ha decidido quedarse con nosotros y el lugar que ha elegido es nuestro interior, convirtiéndonos a cada uno de nosotros y de nosotras en su templo: «El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él»

Nuestra vida ha de traslucir, reflejar las palabras y los gestos de Jesús: su preocupación exquisita por los débiles, por los marginados; su entusiasmo por los valores del Reino; su empeño en que todos reconozcan en el otro al hermano, a la hermana; su necesidad de encontrar momentos de intimidad con el Padre… ¡Lo llevamos dentro!

lunes, 13 de agosto de 2012

La Asunción de María - Lc 1,39-56

La liturgia nos propone meditar en la festividad de la «Asunción de María» el evangelio de la visita de María a su parienta Isabel. María, en esta narración, se convierte en la portadora de Jesús, la que lo lleva dentro de si y lo ofrece a los demás. Es el ejemplo más claro de discipulado, desde su maternidad divina. Por eso Isabel alabará, cantará la bienaventuranza de su fe sin fisuras.

El cantico del «Magníficat», que entona María, es un texto poético, preñado de constantes evocaciones del Antiguo Testamento, de la Biblia Hebrea. La madre de Jesús nos presenta a un Dios que es grande y poderoso en su misericordia, en el amor preferencial por el necesitado, por el pobre, por el humillado. Esa también será la opción de María.

La comunidad creyente tenemos la oportunidad de mirarnos en el espejo de María, de admirar y compartir su fe, de evangelizar como ella, de tener una preocupación exquisita por las necesidades de los demás, de descubrir un Dios todo amor.

martes, 7 de agosto de 2012

Domingo XIX del tiempo ordinario - Jn 6,41-51

Palabra de Dios y Eucaristía
Proseguimos, por tercer domingo, con la catequesis eucarística del evangelio joánico. Vuelve a aparecer la íntima relación entre Palabra de Dios y Eucaristía: Jesús habla del «que escucha lo que dice el Padre» y «Yo soy el pan de la vida» El discipulado de Jesús participa de esta doble realidad.

El acercarse a Jesús es consecuencia de la escucha de la Palabra del Padre. El aproximarse a Jesús, el creer en su Palabra, el participar del alimento de su cuerpo y de su sangre es resurrección, es vida eterna, es no morir (para siempre), es vida sin fin, es la vida del mundo. Todas estas afirmaciones, complementarias, reiterativas, las escuchamos en el evangelio de hoy. La Buena Noticia de Jesús es sobre todo Vida, con mayúscula. ¿Estamos realmente convencidos de ello? Nuestra vida debe contagiar alegría desbordante de saber que somos los mensajeros de la Vida; alimentados por la Palabra de Dios y por la Eucaristía.