martes, 18 de diciembre de 2012

Domingo IV de Adviento - Lc 1,39-45

En el último domingo de Adviento la liturgia nos invita a poner los ojos en María, la madre de Jesús, la madre del Hijo de Dios. El texto que nos propone contemplar es el de la visitación de María a su parienta Isabel.

María aparece como una mujer atenta a las necesidades de los demás y, por ello, es capaz de viajar aproximadamente 130Km (distancia de Nazaret a Ein Karem) para ayudar a su parienta Isabel, embarazada y ya avanzada en edad.

Nos podemos unir a los elogios de Isabel a María que no se contentará con solicitar la bendición de Dios sobre ella, sino que proclamará una de las primeras bienaventuranzas, alabando la fe de la madre de Jesús: «Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá» La presencia de Jesús en el vientre de María llenará de alegría y del Espíritu Santo tanto a Isabel como al hijo que lleva en las entrañas.

María es ejemplo de fe, de servicio, de evangelización, de alegría, de discípula, de apertura al plan de Dios. Todo un modelo a seguir.

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