martes, 13 de noviembre de 2012

Domingo XXXIII del tiempo ordinario - Mc 13,24-32

Unos cielos nuevos y una tierra nueva
En este domingo meditamos un fragmento del llamado «discurso apocalíptico» del evangelio de Marcos. Es un texto de esperanza y de resistencia. El mal no tiene la última palabra es el mensaje. Los «elegidos» serán reunidos «de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte» Ya no habrá nada que temer, la injusticia será aniquilada, el mal desaparecerá…

No hemos de esperar a la otra vida para que esta realidad se inaugure; ya lo ha hecho Jesús. Los signos de esperanza son visibles. La comunidad creyente tiene la responsabilidad de continuar lo iniciado por el Señor. Es verdad que su plenitud aquí es impensable, pero eso no nos exime de trabajar sin descanso para aproximarnos lo más posible a ella. Contamos con el mensaje de esperanza de Jesús, de quien nos fiamos; sabemos que Dios no nos defraudará; esperamos y trabajamos por unos cielos nuevos y una tierra nueva donde impere la justicia y sea respetada la dignidad de todos. 

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