martes, 18 de septiembre de 2012

Domingo XXV del tiempo ordinario - Mc 9,30-37

Niños palestinos
Jesús y sus discípulos van camino de Jerusalén y el camino es una buena oportunidad para enseñarlos, para hacer con ellos catequesis. Jesús les está hablando de su pasión, muerte y resurrección, y ellos están pensando y discutiendo sobre puestos de honor, de poder, de prestigio, de privilegios. ¡Qué contraste!

El Maestro, sin perder la paciencia, les dirá que en la comunidad de sus seguidores el primero ha de ser siempre el último y el servidor de todos, como un niño, cuya opinión no cuenta nunca y es el último en la escala social. Qué difícil se lo pone Jesús a sus seguidores, de entonces y de ahora. Quiere una comunidad en que la medida no sea ni el poder ni el prestigio sino el servicio. Un grupo en que los que son considerados los últimos socialmente son los realmente importantes; en el que los que tienen una función dirigente es exclusivamente para estar a disposición de todos, considerándose siempre indignos y siervos de la comunidad, especialmente de los más pequeños.

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