martes, 17 de abril de 2012

Domingo III de Pascua - Lc 24,35-48

El gran tema de la resurrección está flanqueado por otras dos grandes cuestiones: la Eucaristía y la Palabra de Dios. Comienza el evangelio de este domingo con el comentario de los dos discípulos de Emaús, cómo habían reconocido a Jesús resucitado en la fracción del pan, es decir, en la Eucaristía. Jesús, otra vez, se hace presente en medio de la comunidad; y después de comer con ellos les abre «el entendimiento para comprender las Escrituras», para que entiendan que todo responde al plan de Dios manifestado en «la ley de Moisés y en los profetas y salmos», es decir, en la Biblia.

La experiencia de Jesús resucitado no responde a ningún tipo de encuentro mágico, sino que sólo es posible desde la fe. Fue así para la comunidad cristiana primitiva, con un encuentro privilegiado; y lo es también para nosotros creyentes del siglo XXI, desde la experiencia de la fe. Esa experiencia se da en la comunidad eclesial y los «lugares» de ese encuentro son la Eucaristía y la Palabra de Dios.

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