martes, 24 de abril de 2012

Domingo IV de Pascua - Jn 10,11-18

La figura de Jesús como «el buen Pastor» recuerda fácilmente la imagen de Dios como Pastor de Israel. Y es que el símil del pastor y el rebaño en la Biblia no tienen nada de borreguismo ni de alienante. Es, por el contrario, un símbolo de liberación, de protección divina, de unidad, de identidad. Jesús conoce a sus ovejas y las conoce individual, personalmente; de igual modo sus ovejas le conocen. Más aún, Jesús está dispuesto a dar su vida por las ovejas; como así ocurrió. Lo que define la relación entre Jesús y el rebaño es el amor, hasta las últimas consecuencias.

Aunque Jesús quiere dejar claro que su rebaño tampoco se identifica con un gueto, un grupo cerrado que considera que el resto son distintos y una amenaza. «Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor» La Buena Noticia de Jesús ha de llegar a todos sin distinción; su mensaje de liberación es universal; todos y todas están llamados a participar de una fraternidad universal.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario