lunes, 23 de julio de 2012

Festividad de Santiago, apóstol - Mt 20,20-28

Catedral de Santiago de Compostela
El evangelista nos presenta a la mamá de los Zebedeos intentando «enchufar» a sus hijos; hoy diríamos practicando «tráfico de influencias» Es humano, comprensible, una madre quiere lo mejor para sus hijos… pero no justificable: «no sabéis lo que pedís», afirmará Jesús. A los discípulos, a esta madre, les gusta el prestigio, el renombre, el poder, el dominio sobre los demás… Y a nosotros también.

El estilo de Jesús es bien distinto; la forma de hacer las cosas que Él quiere para la comunidad de sus seguidores es otra: «no será así entre vosotros» No quiere grandezas, ni dominio, ni poder, ni prestigio, ni…, lo que desea de sus discípulos es que todos sean servidores de los otros. Ese es su estilo, su forma de actuar. Y espera de la comunidad creyente, de su Iglesia que actúe de la misma manera. Cualquier responsabilidad comunitaria no es para propia notoriedad o utilidad, o por pretensión de poder sino para servir, sólo para servir.

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