martes, 3 de julio de 2012

Domingo XIV del tiempo ordinario - Mc 6,1-6

Nazaret
Las reacciones de las gentes de Nazaret ante la intervención de Jesús en la sinagoga son curiosas. Comentan y se extrañan de su sabiduría y de su poder; parece que hay una primera reacción entre admiración y desconcierto pero acaba transformándose en escándalo. No son capaces de admitir que una persona normal, del pueblo, sin prestigio social, cuya familia es conocida por todos y ésta no tiene nada de extraordinario, sea capaz de enseñarles nada, de hablar y actuar en nombre de Dios. Les ganan los prejuicios. Jesús se admira de su falta de fe.

Los conciudadanos de Jesús no acceden al don de Dios, a la Buena Noticia del Reino porque sus suspicacias se lo impiden. Corremos el peligro de que a nosotros comunidad de creyentes en Jesús nos pase algo similar, que nuestros juicios previos (pre-juicios) no nos permitan descubrir los signos de los tiempos, la acción de Dios en nuestra historia concreta, los signos proféticos que se nos ofrecen en las más variadas realidades cotidianas… y continuemos en nuestras cosas y en nuestra mediocridad.

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