lunes, 4 de enero de 2016

Epifanía del Señor - Mt 2,1-12

Los protagonistas principales del relato del evangelio no son los magos, aunque tienen un papel relevante en la narración: la Buena Noticia de la salvación es para todo el mundo, para todas las naciones, representadas en estos personajes.

Leemos en el texto: Al entrar en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose lo adoraron

Mateo quiere dirigir la atención hacia Jesús, aún niño. Toda la historia apunta a Él. Los sabios de Oriente se encuentran al niño con María, su madre. Es Jesús quien es objeto de «adoración», de la ofrenda de los dones: es él la Buena Noticia de parte de Dios. Pero allí está también María, y su presencia no es casual. Ella es su madre, la madre del niño, la madre de Jesús. Jesús en este momento –y en tantos momentos– necesita de su madre, como cualquier niño. La figura de María es esencial en esta escena. Y el evangelista lo subraya. María ocupará un papel importante, necesario en la historia de la salvación, en la vida de Jesús, y este hecho no pasa desapercibido en los Evangelios. Las menciones son breves, pero lo suficientemente acentuadas para percibir esta realidad. María esta al lado de su hijo, junto a Jesús, ocupando un segundo plano, pero siempre asociada a Él, como modelo de la auténtica discípula, como su madre.

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