martes, 12 de enero de 2016

Domingo II del tiempo ordinario, ciclo C - Jn 2,1-11

Se celebra una boda en Caná de Galilea, a la que asisten como invitados Jesús, María y algunos discípulos de Jesús.

María, atenta a las necesidades de los demás y servicial por naturaleza, se da cuenta, antes que nadie, que la familia de la pareja se encuentra en apuros, se han quedado sin vino para agasajar a los invitados, y esta situación es un problema que exige una solución urgente. María hace suyas las necesidades de los demás, y las convierte en petición confiada a Jesús, su hijo: No tienen vino. La respuesta de Jesús es enigmática, sólo en la lectura de todo el evangelio quedará clarificada.

María no se arredra, y se dirige a los sirvientes de la casa: Haced lo que él os diga. Si la primera intervención de María nos muestra su preocupación por las necesidades ajenas, ésta nos indica una confianza plena en su Hijo, y una actitud a seguir, una consigna: fiarse plenamente de la voluntad de Dios, ponerse al servicio de ella. Si María primero hace notar a Jesús su desvelo por los demás, no tiene vino; ahora se pone al servicio de su voluntad, de la voluntad divina. Ambas actitudes son complementarias: una oración confiada, concretada en las necesidades del prójimo y, al mismo tiempo, una apuesta humilde por la voluntad de Dios. Y se produce el «milagro», que Juan prefiere llamar en su evangelio «signo»

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