martes, 6 de marzo de 2012

Domingo III de Cuaresma - Jn 2,13-25

Maqueta Templo de Jesusalén
(se puede observar el recinto del Atrio de los gentiles)
Los vendedores y cambistas de dinero se habían situado en el llamado «Atrio de los gentiles» del Templo de Jerusalén: era el lugar de encuentro entre israelitas y no-israelitas. Todos aquellos que no pertenecían a la fe del pueblo escogido tenían también su espacio en el recinto sagrado. Pero los responsables del Templo lo habían convertido en un lugar de mercadeo y de trapicheo de dinero. Jesús no lo soporta, no lo puede consentir.

Hemos de posibilitar «espacios» de diálogo, de encuentro con creyentes de otras confesiones cristianas, de otras religiones, con agnósticos, con ateos… No podemos renunciar a estos areópagos, a un nuevo «Atrio de los gentiles». Cuantas veces, también hoy, ofrecemos una imagen mercantilista, de apego al poder, de prepotencia, de pecados no reconocidos, etc. que aparta a tantos de la Buena Noticia de Jesús. Es posible otra vivencia eclesial; ya hay muchos que la han iniciado.

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