martes, 17 de enero de 2012

Domingo III del tiempo ordinario - Mc 1,14-20

«dejaron la barca y lo siguieron»
La fidelidad al Evangelio de Dios no es fácil. Juan Bautista es un ejemplo de ello: encarcelado y después ejecutado por ser fiel a su vocación, a la llamada de Dios. Nosotros lo tenemos mucho más sencillo, pero eso no significa que no haya dificultades, sobre todo incomprensiones y, a veces, descrédito.

Sin embargo, la llamada de Jesús a seguirlo continúa; también a mí, también a nosotros. El evangelio de este domingo narra el llamamiento a dos parejas de hermanos: Simón, Andrés, Santiago y Juan. La respuesta de estos primeros discípulos no se hace esperar: «dejaron… y lo siguieron» Cada uno de nosotros debe averiguar qué es lo que debe dejar, qué es lo que ha de poner después de los puntos suspensivos que he añadido en la cita evangélica.

El seguimiento de Jesús es la mayor aventura en la que nos podemos embarcar. Implica renunciar a algunas cosas; pero es que toda opción, como acto libre, implica dejar otras opciones posibles. Jesús y su Buena Noticia de parte de Dios valen la pena. La opción por los valores del Reino es la mejor elección posible. ¿Estoy convencido de ello?

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