jueves, 2 de diciembre de 2010

Domingo II de Adviento - Mt 3,1-12

El Jordán, donde desarrolló su labor Juan Bautista

El Adviento es un tiempo de conversión. Nos lo recuerda el evangelio de este domingo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos» Juan Bautista insta a sus oyentes: «convertíos», en imperativo. Literalmente, la expresión que encontramos en el texto significa: «cambiad de mente» Es una llamada imperiosa a cambiar de manera de pensar. Estamos tan acostumbrados a escuchar los textos evangélicos, a oír las demandas a la conversión que este Adviento puede pasar en nuestras vidas y en nuestras comunidades como uno más, sin que ello signifique el más leve cambio.

Pero Jesús vendrá, quiere hacer morada en nuestras vidas, en nuestras comunidades, en el mundo. Sólo es posible percibir su llegada y su mensaje cambiando de forma de pensar y de vivir.

No es suficiente con ser una persona religiosa de siempre, por costumbre, que no hace mal a nadie, que va a misa cada domingo, que reza, etc. Se hace imprescindible cambiar de mente, de corazón, de vida. El mensaje de Jesús es exigente y no admite componendas. Cuando hay tantos hombres y mujeres que sufren; cuando aún el mal en el mundo tiene una importante carta de ciudadanía; cuando los valores que imperan es el disfrutar a costa de lo que sea, el vivir el momento presente, el que cada cual resuelva sus problemas…, no sirve cualquier religiosidad. Hay que cambiar y actuar.

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