miércoles, 22 de diciembre de 2010

La Natividad del Señor - Lc 2,1-14

Lugar del nacimiento de Jesús

En el evangelio de la eucaristía de medianoche, más conocida como la «Misa del gallo», escuchamos el anuncio del ángel a los pastores: «No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo» La «buena noticia» no es para unos cuantos privilegiados, como era lo habitual (también hoy). Es para todo el pueblo. En esto consiste la novedad de la venida de Jesús, de su buena noticia: es para todos, sin excepción.

La señal que les ofrece el enviado de Dios está en la misma línea: «Aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» No es una señal prodigiosa, portentosa o mágica. Es, diríamos, una antiseñal, a los ojos del mundo. Así es la forma de actuar del Dios de la Biblia. Él se manifiesta en lo sencillo, en lo pobre, en lo humilde.

Esta es la primera Navidad. ¿Se parece a la nuestra? Deberíamos revisar cómo vivimos el mensaje de Jesús en nuestras comunidades, cómo lo vivo yo personalmente. Es posible que nos hayamos apartado mucho de su mensaje original.

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