jueves, 16 de diciembre de 2010

Domingo IV de Adviento - Mt 1,18-24

Iluminación navideña

En pocos días estaremos celebrando la Navidad. La publicidad ambiental y los medios de comunicación ya nos lo recuerdan y anticipan. Todos estamos convencidos e incluso comentamos que estas fiestas se han convertido en puro consumismo. No obstante, la mayoría de nosotros caemos en la trampa y las vivimos de forma estresante, sucumbiendo a las redes del derroche desenfrenado. Y no siempre tenemos presente cuantos hombres y cuantas mujeres no tienen ni lo imprescindible para llevarse a la boca o para vestirse, han sido desahuciados de sus casas, están en paro varios miembros de su familia y un largo etcétera, en Navidad y siempre.

El evangelio dominical nos narra, de una forma sencilla, cómo Jesús nacerá de María. Ella, junto con José, espera ese nacimiento misterioso, fiándose plenamente de Dios. Más aún, como nos recuerda el narrador, ese niño que María dará a luz «le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”»

Éste es el auténtico sentido de la Navidad: Dios quiere estar, quedarse con nosotros, compartir nuestra existencia. Y esto es lo que los cristianos deberíamos celebrar. Dios quiere quedarse con nosotros, también con los marginados de la sociedad, que son sus predilectos. A nosotros nos toca el creérnoslo, el proclamarlo, el vivirlo, el compartirlo. Comencemos a vivir así la Navidad y las cosas cambiarán.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo, querido Javier... Desde esa disponibilidad y obediencia de Maria y de José... sigamos Su Ruta... para encontrarle... para nacer en ÉL y Él en nosotros, en ese intemporal inicio... en ese Eterno retorno.

    Un abrazo en Cristo.

    Carmen Piña
    del último Retiro en la Parroquia de la Milagrosa.
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