lunes, 4 de enero de 2010

La Epifanía del Señor - Mt 2,1-12

La fiesta de hoy es una de las principales de la Navidad entre los cristianos orientales. El acento de la solemnidad recae en la idea de «epifanía», de manifestación: la manifestación de Jesús. También entre nosotros es una festividad muy importante, con un gran tono lúdico, sobre todo entre los niños y niñas, celebrando la llegada de los «Reyes Magos»

El evangelista quiere subrayar cómo también los de fuera de Israel, los no judíos, son acreedores de la manifestación mesiánica de Jesús. Unos extranjeros, desde lejanas tierras de Oriente, se encaminan hacia Judea buscando, sin saber exactamente qué, cómo y dónde, al Mesías anunciado por los profetas de Israel. Y, cuando lo encuentran, se llenan de «inmensa alegría», lo adoran, le ofrecen regalos, dones…

Contrasta, en la narración, la actitud de estos forasteros con la indiferencia de los sacerdotes y escribas (los «profesionales» del culto y de la Escritura). El único judío que muestra interés es Herodes, aunque sólo es por sentir amenazada su parcela de poder, y no precisamente con buenas intenciones.

No es difícil ver reflejadas en la narración diversas actitudes actuales ante la «Buena Noticia» de Jesús. Y no hemos de buscarlas fuera; están presentes en nuestras comunidades eclesiales. ¿Sentimos inmensa alegría en nuestras vidas por la venida de Jesús, por su mensaje, por su propuesta…? ¿Han cambiado nuestras prioridades, nuestras vidas? ¿O estamos indiferentes, insensibles ante la propuesta de Jesús? La crítica del evangelista sigue siendo actual.

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