martes, 27 de diciembre de 2016

Sagrada Familia - Mt 2,13-15.19-23


El evangelio que nos propone la liturgia para la fiesta de la «Sagrada Familia» es el de la huida a Egipto de María y José, con Jesús niño. A la mayoría de nosotros nos resulta difícil identificarnos con esta escena: tenemos un hogar (mayor o menor, en propiedad o en alquiler, pero tenemos un lugar donde vivir), disfrutamos de cierta seguridad económica (aunque  a veces a algunos nos cueste llegar a final de mes) y, sobre todo, no peligra nuestra vida ni la de nuestros seres queridos.

La narración resulta más próxima a muchos inmigrantes, por no decir a los refugiados políticos o a los exiliados. Jesús, María y José tienen que emigrar a un país extraño, con el miedo en el cuerpo de la persecución, a un lugar con lengua y cultura diferentes, abandonando casa, familia, amigos y conocidos, como delincuentes que escapan de la justicia. Y con la incertidumbre de si serán acogidos o rechazados en su nuevo destino. ¿Éste es el modelo de familia que nos propone el evangelio? 

El amor que hay en esta familia lo supera todo; un amor que se hace extensivo a todas las mujeres y a todos los hombres. Jesús, desde su niñez, se identifica con el más necesitado (también lo harán María y José). Hemos de descubrir el rostro de Cristo, de la «Sagrada Familia», en cada ser humano que vive en situaciones análogas a las que le toco vivir a esta familia singular.

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