martes, 10 de mayo de 2016

Domingo de Pentecostés - Jn 20,19-23

El evangelio de este domingo nos recuerda que Jesús nos envía, de la misma forma que el Padre le envió a Él. Y ¿a qué nos envía? El nos encarga continuar su obra, y para ello nos manda el Espíritu Santo. Él es el que hará posible que nosotros podamos proseguir la renovación que comenzó Jesús.

Es curiosa la escena inicial de la narración: los discípulos están con miedo, con las puertas cerradas, y es de noche. Tres datos concisos, pero precisos: desconfían y están temerosos de todo; viven cerrados a todo lo exterior; les falta «luz» para caminar, no ven nada con claridad. Difícilmente con estas actitudes se puede continuar la obra de Jesús. ¡Cuantos de nosotros nos sentimos «retratados» en esta escena!

Pero Jesús les trae la paz, el sosiego interior, la alegría que ellos necesitan. El miedo, la desconfianza, la cerrazón, la oscuridad interior imposibilitan tener paz. Jesús les devuelve la confianza, y les encarga ser transmisores de la Buena Noticia del Reino. Son portadores del Evangelio del perdón, de la Buena Nueva del amor que han de extender por todas partes. Ahora cuentan con el Espíritu Santo. Ya no hay razón para tener miedo, ya no hay motivo para posponer el encargo. El trabajo por hacer es ingente: ¡manos a la obra!

1 comentario:

  1. Apreciado Javier, ya era hora de darte a conocer la publicación LAS MEMORIAS DE CRISTO que se puede descargar gratuitamente en la web memoriasdecristo.org La Vida es el amor que nos tenemos dice Cristo y posiblemente la más extensa enseñanza del amor está recogida en esta divina obra. Espero que os deleite.

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