Curiosamente la liturgia nos propone leer / escuchar, en la
fiesta de la Sagrada Familia, el texto del evangelio de Lucas donde Jesús niño
se pierde de sus padres. En la vida familiar, de todas las familias, «no tot son flors i violes» (se dice
en catalán): todo no es de «color de rosa». Por esto, creo que este pasaje es
significativo también hoy para muchas situaciones familiares actuales.
La escena se desarrolla principalmente alrededor del Templo
de Jerusalén. Jesús allí después, seguramente, de la ceremonia de la mayoría de
edad religiosa entre los judíos, el «Bar Mitzvah»,
desaparece de la vista de sus padres. La situación, sin lugar a dudas, es
angustiosa para María y José. El narrador precisa que lo encontraron a los tres
días; ¡que desesperación!, ¡que dolor durante este tiempo! A sus padres les
debió parecer una eternidad. Y cuando lo encuentran, la respuesta enigmática de
Jesús, que ellos no entienden («no comprendieron»), pero respetan. ¡Cuánto
hemos de aprender en nuestras relaciones de familia los que somos padres! Las
decisiones de nuestros hijos, a una cierta edad, no siempre las comprendemos. Tenemos
la obligación de mostrarles el camino, de preguntarles, de aconsejarles, pero,
al final, la decisión es suya.
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