Río Jordán, lugar del ministerio del Bautista |
La pregunta que la gente hace a Juan Bautista, en el
evangelio de hoy, es la pregunta existencial, es el interrogante de entonces y
de ahora, formulado de diferentes maneras: «¿Entonces, qué hacemos?»
Las respuestas del Bautista no se parecen a las «recetas» de
los «gurús» actuales, excesivamente centradas en el individuo. Son indicaciones
aparentemente sencillas, pero que en el fondo responden a un estilo de vida,
suponen un cambio de criterios.
Hay una interpelación
que va dirigida a todos, sin excepción, es la de compartir: reparte con
el otro, comparte, tú que tienes, «con el que no tiene». No puedes vivir
tranquilo si tú posees, pero hay tantos seres humanos a tu alrededor sin ropa, sin
que llevarse a la boca, sin posibilidad de vivir con dignidad…
La llamada a cambiar de vida, a prepararse a recibir a
Jesús, no conoce fronteras de ningún tipo; está dirigida a todos sin excepción;
es incluyente. En la escena evangélica están representados los recaudadores de
impuestos, los militares, la gente en general, el pueblo. La «Buena Noticia» de
salvación que traerá el Mesías es para todos.
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