Nazaret, lugar de la Anunciación |
La liturgia nos propone en la fiesta de la «Inmaculada
Concepción de María» el evangelio de la Anunciación. Todos los «títulos»
marianos tienen su fundamento en que María es la madre de Jesús, la madre del
Hijo de Dios. Por esto, la narración, por cierto, bellísima, del anuncio del
ángel a María de su maternidad es idónea para cualquier festividad vinculada a
María, la madre de Jesús.
María
participa de las esperanzas del pueblo de Israel, de la gente sencilla, que aguarda
la venida del Mesías. Lo que no sabía hasta entonces es que ella iba a ser
protagonista necesaria de esta acción de Dios con su pueblo y con toda la
Humanidad.
El
enviado divino la saluda con un saludo habitual de la época: «alégrate». Pero
en estas circunstancias este saludo está también cargado de contenido. María
participa del gozo de los sencillos, que saben esperar e intuir la salvación de
Dios.
Ella es
capaz de entender y responder al llamamiento al gozo mesiánico, en cuya
realización jugará un papel principal. Es la esperanza de la que se hacen eco
los profetas del Antiguo Testamento y que está presente en los sencillos del
pueblo de Israel, y en los humildes de todo el mundo y de todos los tiempos. Es
la espera de Adviento: ¡Ven Señor!
No hay comentarios:
Publicar un comentario