martes, 21 de enero de 2014

Domingo III del tiempo ordinario, ciclo A - Mt 4,12-23

Lago de Galilea
Las circunstancias violentas del encarcelamiento de Juan Bautista empujarán a Jesús a establecerse «en Cafarnaún, junto al lago (de Galilea)». Dios también se vale incluso de las injusticias humanas para hacer posible su plan salvífico. Decía santa Teresa de Jesús: «Dios escribe recto en renglones torcidos».

La primera predicación de Jesús y los primeros relatos de vocación, el evangelista los sitúa en este contexto. Jesús llama a la conversión, al cambio de vida, «porque está cerca el reino de los cielos»: una situación nueva exige una actitud nueva. La Buena Noticia del Reino implica la liberación del mal, de todo mal, de toda injusticia; significa estar atento e involucrarse en las necesidades del prójimo, en las «dolencias del pueblo», «curarlas» a ejemplo del Maestro. Y para eso Jesús llama a sus primeros seguidores, a Simón, a Andrés, a Santiago, a Juan...; como nos llama a cada uno de nosotros y de nosotras. Es una llamada a predicar, a vivir, a testimoniar la proximidad del Reino de Dios, en el que no habrá más injusticia, donde será respetada la dignidad de todos y de cada uno/a, en donde todos serán hermanos/as, hijos e hijas del único Padre común. Ellos «dejaron (barca, familia, ocupaciones, etc.)... y le siguieron». ¿Qué estoy yo dispuesto a dejar para hacer posible la cercanía del Reino?

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