martes, 9 de abril de 2013

Domingo III de Pascua - Jn 21,1-19


Jesús resucitado se hace el encontradizo con los discípulos, vemos en el evangelio de hoy. Será su Palabra la que hará posible una pesca abundante, también el que no se rompa la red. La misión que ha encomendado a sus discípulos sólo es posible a partir de la Palabra de Jesús. En su Palabra eficaz el discípulo amado –todos somos el discípulo amado– reconoce al Señor. Es Jesús el que también les ofrece alimento, participa con ellos de un banquete sencillo. Dos «lugares» de encuentro con Jesús: su Palabra y la comida fraternal, que fácilmente nos evoca la Eucaristía.

Y añadirá un tercer elemento, que ya está insinuado en los anteriores: el amor de donación. La tarea que encarga a Pedro, apacentar, pastorear sus corderos y sus ovejas, sólo tiene sentido desde el amor, desde el servicio, desde la donación desinteresada. Pedro deberá pasar la prueba del amor, sólo en este crisol quedará probada su idoneidad como dirigente de la comunidad. Una capacidad que tiene mucho más de servicio que de poder, de entrega que de imposición, de amor entrañable que de exigencias...

La centralidad de la Palabra de Dios, la participación fraternal en la Eucaristía, los diversos carismas entendidos siempre como servicio nos marcan el camino de la misión que Jesús ha encomendado a sus discípulos, a su Iglesia.

1 comentario:

  1. Eh aquí todo nuestro PROGRAMA PASTORAL: juntos podremos descubrir el AMOR, en particular a los más pequeños e incluso a los desconocidos, lo que el SEÑOR nos está ofreciendo como técnica para nuestro tiempo.

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