martes, 16 de abril de 2013

Domingo IV de Pascua - Jn 10,27-30


El evangelio de este domingo nos muestra a Jesús como el buen Pastor. Nada más lejos de la narración que el presentar al grupo de discípulas y discípulos de Jesús como un rebaño de borregos, sin criterio propio.

Los que pertenecen al grupo de Jesús (sus ovejas) han respondido libremente a una llamada personal a la fe. Escuchan y siguen al Maestro, al buen Pastor, desde una opción libre. El mensaje de Jesús ha transformado sus existencias y son mujeres nuevas y hombres nuevos.

¿Y Jesús? Nos conoce a cada una y cada uno personalmente, individualmente. Nos ha llamado por nuestro nombre y nuestros apellidos a seguirle. Nos ofrece una vida que no termina con la muerte. Nos invita a participar de la comunión de amor que hay entre Él y el Padre. Nos convoca a formar parte de su rebaño, en el que cada ser humano considere al otro su hermana o su hermano.

Jesús descubre a sus discípulos la realidad de Dios, una realidad de la que todos podemos participar. La comunidad trinitaria se convierte en signo al que debe apuntar la comunidad de los creyentes, la comunidad humana.

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