martes, 14 de febrero de 2012

Domingo VII del tiempo ordinario - Mc 2,1-12


Voluntarios en Haití
Jesús, en la escena de la curación del paralítico, aparece proponiendo la Palabra de Dios, perdonando los pecados, curando. Un auténtico plan de acción para la comunidad creyente. Una comunidad que no está enraizada en la Palabra de Dios, que no ha hecho del perdón incondicional y del amor su seña de identidad, que no está atenta, de forma continua, a las necesidades del prójimo no merece el título de seguidora de Jesús.

Los que llevan al paralítico han pasado la prueba de la fe, se fían plenamente de Jesús y de su Palabra, confían, sin fisuras, en que Jesús escuchará sus suplicas, se apiadará de la necesidad de su amigo. Son capaces de entrar a su amigo, a donde está Jesús aunque sea abriéndose camino por el techo. La fe, la amistad, el amor sincero no conocen de barreras ni de impedimentos. Igual alguno de nosotros, ante las múltiples dificultades, hubiese comentado o pensado: ¡es imposible! Es probable que nos falte fe y amor de verdad.

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