lunes, 5 de diciembre de 2011

Fiesta de la Inmaculada Concepción de María - Lc 1,26-38

María, la madre de Jesús, es celebrada en esta festividad de la Inmaculada Concepción de María. La liturgia nos propone meditar el texto de la Anunciación, narrado en el evangelio de Lucas. El evangelista nos relata la vocación de María, la llamada que recibe de Dios para ser la Madre del Salvador, y su respuesta generosa, confiada a la voluntad divina: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Su espera del nacimiento de su hijo Jesús nos invita a vivir con más intensidad el tiempo litúrgico de Adviento, en el que nos encontramos.

El plan de Dios, su designio amoroso normalmente está vinculado a la aceptación humana libre. A Dios le gusta hacer las cosas así. María no puso obstáculos a la acción de Dios, se puso inmediatamente y de forma libre a su servicio. Y así fue posible la Encarnación. En esto, como en otras muchas ocasiones, María se convierte en imagen del verdadero discipulado.

Nosotros discípulos y discípulas de Jesús hemos de coger el testigo. Me explico: Dios, desde toda la eternidad, tiene un plan amoroso para la Humanidad. A nosotros nos toca ponernos al servicio de este plan, como lo hizo María. Así será posible su logro.

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