martes, 2 de junio de 2015

El Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo - Mc 14,12-16.22-26

Seder de Pesaj (Pascua judía)
En las lecturas de este domingo, en el que celebramos la fiesta del «Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo», escuchamos, en la proclamación de las diversas lecturas, palabras como: Alianza, Pascua, sacrificio, sangre, salvación, liberación… Son temas comunes tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. ¿Dónde está, entonces, la singularidad de la «Buena Noticia» de Jesús? ¿Qué aporta la muerte y la resurrección de Jesús, qué conmemoramos en cada Eucaristía y que hoy, de una manera especial, evocamos?

Quiero señalar dos características —no son las únicas, pero quizás las más significativas— que marcan la diferencia, una diferencia esencial. El sacrificio de Cristo es universal, ofrecido por toda la humanidad, sin excepciones: «Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos». El amor de Dios se ha derramado, de una forma única, en la cruz de Cristo. Y esta oblación es eterna: «una vez para siempre»; trae consigo «la promesa de la herencia eterna» (segunda lectura). La universalidad y la definitividad la definen.

La Palabra de Dios hecha carne en Jesús nos recuerda esta evidencia de amor sobreabundante de Dios. No podemos, no tenemos derecho, a permanecer impasibles ante esta realidad. Hemos de compartirla con todos, la hemos de convertir en la brújula de nuestra vida personal y comunitaria.

1 comentario:

  1. Un sol sacrifici, uneix a tots els pobles en una sola nació en la nova creació. Unes soles ofrenes, simbolitzades en el fruit d’haver cuidat bé la vinya i la llavor caiguda en terra bona que mora como a llavor i es convertirà en fruit que serà segada i recollida pels treballadors del seu Regne, aquest és el signe de la Paraula reflectida en la Consagració, segons el meu creure.

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