miércoles, 18 de febrero de 2015

Domingo I de Cuaresma, ciclo B - Mc 1,12-15

Montaña de las tentaciones
Aún casi estamos con el regusto de la Navidad, y volvemos a celebrar la Cuaresma; otro de los «tiempos fuertes» eclesiales. La Cuaresma son cuarenta días que nos preparan para el gran acontecimiento de la Pascua; no podemos perder nunca de vista esta perspectiva.

En este primer domingo de Cuaresma la liturgia nos invita a contemplar la estancia de Jesús en el desierto –durante cuarenta días– como preparación a su vida pública, a la proclamación de la «buena noticia» de la llegada del Reino de Dios, donde cada hombre y cada mujer son invitados a ver en el otro a la hermana y al hermano. La narración del evangelio de Marcos –que corresponde al ciclo litúrgico B en el que estamos– es la más breve. Pero eso no impide que esté cargada de contenido.

Jesús en el desierto se está preparando, a través de un tiempo de oración y de «desierto» (de soledad, sólo con Dios), lo que se conocerá como su «vida pública». La buena noticia del Reino no se puede improvisar. El plan amoroso de Dios para la humanidad ha de ser proclamado con toda su fuerza transformadora. Inmediatamente después del periodo de desierto, Jesús comienza a anunciar la inminencia de la llegada del Reino de Dios. ¡Hay que estar preparados! La aceptación del mensaje de Jesús exige un cambio de vida. Es necesario modificar nuestros esquemas, creer en la buena noticia que proclama Jesús, empeñarnos en hacer presente en nuestro mundo los valores del Reino de Dios.

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