martes, 8 de noviembre de 2011

Domingo XXXIII del tiempo ordinario - Mt 25,14-30

«Talento» romano
Este domingo continuamos con las narraciones con las que Jesús instruye a sus discípulos, camino de Jerusalén. El texto del evangelio de hoy nos habla de un hombre que entrega un cierto capital a tres empleados suyos. Dos de ellos negocian con lo recibido, arriesgan… y duplican lo recibido. En cambio el tercero decide esconder lo recibido, prefiere no invertir, apuesta por dejar las cosas tal como están; ¿para qué complicarse la vida?

La parábola alaba la actitud de los dos primeros, que reciben una merecida recompensa. Por el contrario, critica la del último, al que llama «negligente y holgazán», y aquello que había guardado con tanto cuidado le es quitado, a causa de su talante excesivamente «prudente».

En nuestras comunidades, con frecuencia, sobran actitudes exageradamente «razonables»: es mejor no cambiar nada, no arriesgar. El proceder al que nos invita Jesús es bien diferente. Cada uno de nosotros ha recibido diversos «talentos». Lo fácil –algunos dirán lo aconsejable– es dejar las cosas como están, no complicarse demasiado la existencia, no apostar por echarle imaginación y ganas a la tarea a la que estamos llamados eclesial y socialmente, convencernos que si arriesgamos podemos perder lo que tenemos. El mensaje del evangelio no es compatible con esa forma de ver las cosas.

2 comentarios:

  1. La verdad es que leí este Evangelio el martes en una reunión y no me quedó más remedio que pedir fuerzas al Señor para poder llevar a cabo todos los proyectos en los que estoy. Habíamos acabado de leer una oración que nos recordaba que somos instrumentos en sus manos y no es que yo tenga muchos dones o talentos, pero la verdad es que sí me ofrezco a todo (tal vez porque no sé decir que no). Cuando me hunda, a partir de ahora pensaré que todo es proyecto suyo y que Él me ayudará a llevarlo a cabo.

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  2. Este domingo se nos dice que un "talento" es un don al servicio de la comunidad. No debemos esconderlo de manera egoísta sino más bien que nuestra vida sea un "talento", es decir, que vivamos entregando lo mejor de nosotros a los hermanos... Así lo hizo Jesús.

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