martes, 22 de noviembre de 2011

Domingo I de Adviento - Mc 13,33-37

Comenzamos un nuevo ciclo litúrgico dominical, el B, en el que haremos un recorrido, en su mayor parte, por el evangelio de Marcos. Y lo iniciamos con el Adviento, tiempo de espera y de esperanza, no sólo de la celebración de la Navidad sino también de la expectativa de la Parusía, de la venida definitiva del Cristo. Por esto hoy se nos invita a la vigilancia: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento»

La vida del cristiano no puede ser una existencia mediocre, aburguesada o pasiva. Cada uno de nosotros tenemos una tarea encomendada, hemos de poner nuestro granito de arena en la construcción del Reino de Dios. El tiempo apremia. La advertencia no busca ponernos nerviosos, pero sí es un acicate para que salgamos de nuestra abulia, de nuestra apatía. La tarea es ingente. Nosotros esperamos la «manifestación de nuestro Señor Jesucristo» (segunda lectura), pero Él cuenta con nosotros: «sale al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de sus caminos» (primera lectura). La práctica de la justicia, el luchar para que este mundo sea más justo es el camino que Dios nos está pidiendo, está esperando de nosotros, sobre todo de los que nos llamamos creyentes.

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