miércoles, 19 de octubre de 2011

Domingo XXX del tiempo ordinario - Mt 22,34-40


Oración del Shema
Jesús contestará con dos textos de las Escrituras a la pregunta sobre el mandamiento principal: uno del libro del Deuteronomio que recoge la oración del «Shema» que todo israelita recitaba dos veces al día, por la mañana y al anochecer, donde se recuerda el amor que se debe a Dios, un amor que implica toda la existencia. Pero, junto a esta cita, recoge otra del Levítico que exige el amor al prójimo. Y finaliza la respuesta con una afirmación curiosa: «Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas» En el lenguaje bíblico es lo mismo que declarar que lo que da sentido a la Escritura, a la Palabra de Dios es precisamente este doble mandato del amor a Dios y a todos los seres humanos.

Es un evangelio que hemos oído y leído muchas veces. Es una enseñanza que por repetida no siempre «cala» en nuestra existencia, somos «impermeables» a la Palabra de Dios, no entra dentro de nosotros. Pero la verdad es que la enseñanza de Jesús es clara. El Dios de Jesús es un Dios de misericordia, de amor entrañable, compasivo (nos lo recuerda el fragmento del Éxodo de la primera lectura), no soporta las injusticias y escucha siempre el clamor del oprimido. El amor a Dios y al prójimo debe traducirse en hechos concretos. Significa una apuesta por la voluntad de Dios, por el bien de los seres humanos, por la justicia, por los más débiles y necesitados. Si no la Palabra de Dios no pasará de unas ideas bonitas, pero sin fuerza para que las cosas cambien, según el plan amoroso de Dios.

2 comentarios:

  1. El evangelio de este domingo nos recuerda que no es posible amar a Dios si no se ama al hermano. El verdadero cristianismo es el de aquél que transforma su entorno humanizándose en el encuentro y el compromiso con los demás.

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  2. Realmente nos sucede. Yo rezo el "Shemá" todos los días y muchas veces casi ni soy consciente. Cuando de verdad lo piensas, es cuando pides fuerzas para cumplirlo, para querer a los demás como a tí mismo y piensas... "si sólo lo consiguiera con uno sólo de ellos..." Realmente el mundo sería distinto.
    Esto nos sucede también con el Padrenuestro; lo rezamos de carrerilla sin pararnos a pensar en lo que decimos, pero si nos detuviéramos cada día o cada semana a analizar cada una de las frases, realmente cobraría sentido nuestra oración.
    Creo que sería un buen momento para pedir en nuestras oraciones fuerza para que se cumpla en nosotros la voluntad del Padre y para que las oraciones dejen de rezarse como costumbre y pasen a ser fuente de renovación diaria, sentida y vivida para cada uno de nosotros.

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