martes, 23 de agosto de 2011

Domingo XXII del tiempo ordinario - Mt 16, 21-27

Comentábamos la semana pasada que Pedro no es plenamente consciente de la afirmación que ha hecho: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» El evangelio de hoy lo corrobora. No puede entender el mesianismo sufriente de Jesús: él (como los otros discípulos) prefiere un mesías triunfante, sin cruz. E incluso tiene la osadía de corregir a Jesús, de intentar convencerle que «pase» del sufrimiento, de la cruz, de la muerte. Es el Mesías de Dios, puede ahorrárselo.

Jesús, fiel a su misión, rechaza las pretensiones de Pedro. Es una tentación en la que no caerá. Una tentación contra la que no están «vacunados» los discípulos; Pedro tampoco. Jesús les (nos) tendrá que advertir contra este peligro. La cruz es el camino del seguimiento de Jesús.

Como Pedro rechazamos el sufrimiento, el dolor. Pedimos cuentas a Dios cuando nos sorprende a nosotros o a algún ser querido. Quisiéramos, igual que el primer grupo de discípulos, un Jesús triunfante, milagrero, apartado del sufrimiento y de la cruz. No nos agrada el Jesús de la cruz, solidario con todos los sufrimientos, asumiéndolos como propios. Pero la resurrección sólo es posible después del sufrimiento, de la cruz, de la muerte. La de Jesús y también la nuestra. No es cuestión de buscar el sufrimiento, sino el asumir el que viene (no huir o desesperar) con esperanza.

5 comentarios:

  1. Gracias por explicarlo tan bien. No es que quiera llevar la contraria ni nada, pero es que precisamente este es uno de los puntos que no entiendo de la iglesia. Yo soy de los que les gustaría ver una iglesia con Jesús sin crucifijar. Y no c...reo que sea por eludir el sufrimiento, es otra forma de entenderlo. Jesús dijo "ofrece la otra mejilla" como diciendo devuelve amor al mal. Como diciendo que no hay nada que te puede hacer dolor ni sufrir. Lo que nos enseñó es que a pesar del mayor sufrimiento, él pudo volver sin ningún signo de ninguna herida como si no hubiera sufrido. Como queriendo decir que el dolor y el sufrimiento tan solo es una forma subjetiva de verlo, que cada cual lo puede interpretar como quiera. Al fin y al cabo Jesús tambien ama a los romanos que lo mataron. y eso sólo puede ser porqué no sintió ningún dolor al fin y al cabo. ¿Cómo si no, se puede amar a alguien que sientes que te ha hecho sufrir? Es un tema complicado con muchos matices, pero yo lo dejo ir...

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  2. Cierto, no nos agrada el Jesús sufridor, pero la cruz está ahí, forma parte de nuestra vida, y debemos asumir que algunas veces, hasta el amor nos produce un dolor inmenso. Como nos dijo El mismo, cada cual debe cargar con su cruz y seguirle, pero sabiendo que además está la Resurrección que nos libera. Yo gusto de llevar una cruz sin Cristo, para recordar que además de padecer y morir, también resucitó.

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  3. Jesús sufrió de igual modo que cualquier otro ser humano. Eso no cambia nada de su capacidad de perdonar y de amar a todos, incluso a los que le maltrataron y asesinaron.

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  4. Algo tan difícil de llevar a cabo

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  5. Cierto, que fácil es pedir la cabeza del que nos ha ofendido o hecho daño y que difícil perdonar y callar a pesar del dolor sufrido...

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