jueves, 12 de agosto de 2010

La Asunción de la Virgen María - Lc 1,39-56

El evangelio elegido para la festividad de este domingo, la «Asunción de la Virgen María», es el del encuentro de dos mujeres extraordinarias, María e Isabel, ambas embarazadas. Es un encuentro de dos personas de una fe profunda y comprometida. Isabel sabe reconocer en María la acción de Dios –de hecho, ella ha experimentado también esta acción transformadora– y bendice a su parienta por el Hijo que lleva en las entrañas, pero también por su fe inquebrantable.

María, por su parte, redirecciona la alabanza que ha recibido hacia Dios; ella se siente pequeña ante la grandeza del Señor. El Dios de Israel es el único acreedor de nuestras alabanzas y bendiciones. Sólo Dios ha hecho obras grandes; sólo Él es santo y misericordioso al mismo tiempo; solamente Dios se fija en los pequeños, en los humildes, en los necesitados, en los tratados de forma injusta, en los excluidos socialmente… y los prefiere a los ricos, a los poderosos, a los satisfechos. María anticipa, en su canto del «Magníficat», las bienaventuranzas que su Hijo proclamará más tarde.

Ellas –de una manera singular María– descubren el plan de Dios en las cosas sencillas y cotidianas. Y ponen todo su empeño, toda su vida en hacerlo posible.

1 comentario:

  1. Un evangelio precioso que nos pone delante la sencillez de María y la grandeza de todos los dones recibidos de Dios...

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