jueves, 6 de mayo de 2010

Domingo VI de Pascua - Jn 14,23-29

Continúa la lectura del «discurso de despedida» de Jesús. En el fragmento que meditamos este domingo Jesús habla de guardar su Palabra, del Espíritu Santo, de paz, de amor, de alegría…

Todas estas ideas que nos propone el evangelista, haciéndose eco de las palabras de Jesús, tienen un denominador común: la Palabra, el mensaje de Jesús y lo que ello presupone. La Palabra de Jesús es la Palabra de Dios. Es una Palabra que nace del amor y sólo es comprensible a partir del amor. Y es el Espíritu Santo el que hace posible esta comprensión, esta relación.

Invita Jesús a la comunidad cristiana a escuchar atentamente esta Palabra. Es Dios mismo quien la pronuncia. Es el mismo Jesús el que subraya que quien no vive en el amor no la ha escuchado, no la ha entendido. La Palabra produce en el corazón de cada persona, en la comunidad cristiana, en el mundo –cuando estamos dispuestos a escucharla– paz, alegría, fe, esperanza, amor. La Palabra de Dios posee una gran fuerza transformadora, si estamos dispuestos a escucharla y a llevarla a la vida.

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