lunes, 16 de noviembre de 2009

El ser humano en la Creación


Los dos textos bíblicos principales que mencionan al hombre y a la mujer en relación a la Creación de Dios son Gn 1,2-4a y Gn 2,4b-25, los dos relatos del primer libro de la Biblia hebrea y cristiana.

La Creación es contemplada como el inicio de un diálogo amoroso entre Dios y el ser humano. En ambas narraciones la persona humana es mostrada como el centro del acto creador. El hombre y la mujer son presentados como seres capaces de escuchar y responder a Dios.

La imagen que nos proporcionará la Biblia sobre la creación es la de un Dios que ha hecho todas las cosas con bondad. De manera que todo lo que haga referencia a la creación, al origen, participará de esa bondad original: «Y vio Dios que era bueno». Esta expresión se repetirá letánicamente después de cada acto creacional. El mal, la violencia, la muerte no están en el inicio de la obra creadora; serán la consecuencia de apartarse de ese plan original de Dios.

En el centro de la creación está el ser humano. En ambos relatos el hombre y la mujer son los principales destinatarios de toda la obra de la creación. En las cosmogonías mesopotámicas, contemporáneas de los relatos bíblicos, el ser humano es presentado como emanación de un dios o parte de la deidad, pero aún así esclavo de los dioses. En cambio, en las narraciones del Génesis la persona humana es mostrada como la más sublime criatura, imagen del propio Dios (no emanación o parte de un dios), en el sentido de que puede participar de una relación dialogal con Él, y es invitada a ser «rey» de la creación, responsable de ella.

El hombre y la mujer son vistos como complementarios, iguales en dignidad teológica (ambos son imagen de Dios: primer texto [Gn 1,27]) y antropológica (de la misma carne y de los mismos huesos: segunda narración [Gn 2,23]); creados para ser fecundos, para multiplicarse (Gn 1,28) y como ayuda mutua, como apertura del uno al otro (Gn 2,18.24). Es una visión muy optimista de las relaciones entre el hombre y la mujer. Pertenece a la bondad de la Creación. El ser humano, la relación entre los sexos se convierte en una manifestación de la imagen de Dios. La igual dignidad y la doble misión, la procreación, pero también la ayuda mutua, el tenerse el uno al otro, nos proporcionan una visión «revolucionaria» para el momento y, al mismo tiempo, muy actual.

El Dios de la Creación que nos muestra la Biblia hebrea es un Dios próximo, es Alguien en diálogo con la persona humana. Quiere el bien del ser humano: es su mayor empeño. Se hace presente, desde el principio, desde el inicio de los tiempos, desde la Creación, en la historia de la humanidad. Pero, al mismo tiempo, es sumamente respetuoso con la libertad humana. Su plan amoroso es la mejor opción, la más respetuosa con la dignidad humana; aunque siempre es una propuesta, nunca una imposición.

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