El evangelio que la liturgia propone para hoy, fiesta de «Jesucristo, Rey del universo», forma parte del interrogatorio de Pilato a Jesús. La escena no es precisamente de «realeza», al menos según los parámetros habituales. Sobre Jesús pende una condena a muerte, que Pilato ha de ratificar para hacerse efectiva.
La «realeza» de Jesús está relacionada con la verdad, con su anuncio, con la predicación de la Buena Noticia del Reino. «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de
El reino de Dios no tiene nada que ver con demostraciones de poder y de fuerza. Su Reino es de amor y de paz. En este reino el Rey tiene más de Padre, de papá (Abbá), que de monarca absolutista. En este reino es reconocida la dignidad (la realeza) de todos los «súbditos». Su Rey ha venido a servir, no a ser servido.
Cuando entendamos plenamente esta realidad en nuestras comunidades todo cambiará. Cuando todos los que tienen una responsabilidad eclesial, sea la que sea (catequista, animador litúrgico, presbítero, obispo, etc.), asuman la actitud de servicio de Jesús, no como meras palabras bonitas, la Iglesia y el mundo cambiará.
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