lunes, 6 de marzo de 2017

Domingo II de Cuaresma, ciclo A - Mt 17,1-9

Basílica de la Transfiguración
La escena de la Transfiguración, del evangelio de este domingo, anticipa la exaltación –la  resurrección– de Jesús, que celebraremos al final de este tiempo litúrgico y hacia donde apunta toda la Cuaresma. Prepara a los discípulos a los acontecimientos difíciles de la pasión y muerte del Maestro, con la confianza cierta de un final esperanzador.

En la escena de la narración, además de Jesús y los tres discípulos, aparecen tres personajes más: Moisés y Elías y Dios-Padre. Toda la Biblia, toda la Palabra de Dios está dando testimonio de Jesús, personificada en Moisés (la Torá, la Ley) y Elías (los Profetas), y el mismo Dios confirma la grandeza del Hijo, con una invitación a escucharlo. 

Invita el pasaje a todos los que lo leen o lo escuchan a estar atentos a la Palabra de Dios, Antiguo (Moisés y Elías) y Nuevo Testamento (Jesús). En ella está la respuesta a nuestros interrogantes, pero también a nuestros miedos, inquietudes, angustias, incomprensiones... La historia del ser humano, la colectiva, pero también la personal, está en las manos de Dios; no hemos de tener miedo. Y, al mismo tiempo, es una llamada a vivir el mensaje de esta Palabra: no podemos quedarnos a hacer «tres tiendas» y eludir nuestra responsabilidad.

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