Una
lectura superficial del evangelio de hoy nos puede hacer pensar que Jesús pide
renunciar al amor familiar para seguirle. Pero curiosamente también menciona la
renuncia a uno mismo y a todos los bienes. Y todo ello envuelto en dos ejemplos
que hablan de la necesidad de «calcular», de «deliberar» antes de tomar una
decisión.
El seguimiento de Jesús no es algo
cultural (y que en otra cultura distinta hubiese sido diferente, ¿o sí?) o que
asumimos por costumbre familiar o social. La opción cristiana implica que Jesús
es para mí el «horizonte de comprensión», significa que todo en mi vida es
según la perspectiva del evangelio de Jesús. Y esto es una elección que implica
cálculo y deliberación, nada tiene que ver con ningún tipo de fundamentalismo,
ni de cristianismo de costumbre o cultural. Todo queda relativizado ante algo
tan inmenso: ese es el sentido de los primeros versículos del texto.
La determinación por seguir a Jesús supone
cambiar nuestra escala de valores: el amor de donación, gratuito se convierte
en el «norte» de mi existencia; el amor preferencial por los pobres; la lucha
por la justicia; el considerar que cada ser humano es mi hermano o mi hermana; la
pasión por la Palabra de Dios; la relación íntima con Dios-Padre...
No hay comentarios:
Publicar un comentario