miércoles, 20 de marzo de 2013

Domingo de Ramos en la Pasión del Señor - Lc 19,28-40


Es curioso el estilo de Jesús. Entra en Jerusalén montado en un borrico. Su Reino, verdaderamente, no es de este mundo; como afirmará después ante Pilato. Su Reino no tiene nada que ver con el poder y con el prestigio.

La gente sencilla lo aclama, grita alabando a Dios, está entusiasmada con este hombre que les descubre un Dios cercano, portador de paz, cuya gloria consiste en el bien de todas las mujeres y de todos los hombres. Pero todos no entienden la sencillez de este mensaje. Esos gritos no les parecen «políticamente correctos»

A Jesús no le molestan estos signos sencillos, populares, de religiosidad. No los necesita, es verdad, si ellos callasen –afirma– gritarán las piedras; pero los aprueba. O quizás sí necesita de estas exclamaciones de alabanza. El Señor quiere, y necesita, nuestra cooperación para que en este nuestro mundo se hagan presentes los valores del Reino; sino qué sentido tiene cuando pide a los discípulos que contesten al dueño del borrico, sobre el que entrará en Jerusalén: el Señor lo necesita. Él desea que nuestra oración nazca de un corazón sencillo, de un corazón que pone plenamente su confianza en Dios, de un corazón que está dispuesto a hacer todo lo posible para que la Buena Noticia de Jesús llegue a todos.

3 comentarios:

  1. Esta escena me traslada a la religiosidad popular, tan ensalzada y tan denostada, estos días. Hay opiniones encontradas quien lo ve como expresión de religiosidad del pueblo sencillo, quienes las cubren de fanatismo propio de sectores radicales. Hay muchos que simpatizan con este Jesús tan humano, que se deja querer, ¿a quién amarga un dulce?, tan cercano que no desdeña la compañía de los humildes, que se deja aclamar con Hosannas ¿no había rehusado tantas veces los honores? ¿porqué ahora sí? Ahora tiene demasiado cerca la cruz, no hay peligro que confundan su misión. Pero el mensaje es claro, el pueblo llano necesita revulsivos para sostener su fe y Jesús no los deniega

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  2. Un evangelio lleno de contrastes, por un lado Hosannas por otro crucifiges. Por parte de unos acogida, otros en cambio le rechazan y traman su muerte; y lo peor de todo, los "tibios" los que deplora el Apocalipsis, están ahí por curiosidad, por ver en que acaba todo eso, sin implicare en ningún bando. Pienso en nuestro Papa Francisco, está viviendo auténtica "luna de miel" le llueven los parabienes por doquier, por activa y pasiva, está en pleno Domingo de Ramos. ¿No será preludio de que las insidias se alzarán a la vuelta de la esquina? ¿Se librará de los ataques furibundos de los enemigos de la Iglesia? ¿No se estará tramando algún complot para desacreditarle ante la opinión pública y de retrueue a la Iglesia? "Si a mi me persiguieron, vosotros correreis idéntica suerte" advirtió Jesús a su discípulos. . .¡¡Ojo al dato!!

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  3. Hoy millones de personas saltarán a la calle o abarrotarán el templo portando en sus manos la tradicional "palma" símbolo de triunfo. ¿de qué victoria hablan los textos? ¿de la que tengo planteada al vecino de escalera que no puedo soportar?. .¿del compañero de trabajo cuya conducta me irrita? ¿del político de turno sin escrúpulos cuando toca el erario público?
    No hacen referencia a mi conducta personal en el trato con los demás?. . .la incoherencia entre lo que profeso y lo que practico, en las imposturas ante los avatares que la vida me ofrece?. Hagamos de verdad que sea día de triunfo y reforcémoslo con ese canto que suena en la liturgia: "Hosanna al hijo de David, , . Bendito el que viene en nombre de Señor. . .Hosanna al Rey de Israel"

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