jueves, 30 de junio de 2011

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús - Mt 11,25-30

Acróstico de la palabra pez, en griego: Jesús el Cristo,
Hijo de Dios, Salvador


Hoy, fiesta del «sagrado corazón de Jesús» consideramos el mismo evangelio que escucharemos el próximo domingo. Jesús nos habla de la revelación del Padre a los sencillos, una revelación a la que están cerrados los «sabios y entendidos» a causa de su soberbia.

Pero Jesús también nos descubre cómo es su «corazón»: manso y humilde. En contraposición al grupo anterior del que ha dicho que no puede tener acceso a la revelación de Dios, porque se siente superior a los demás. El corazón de Jesús es lugar de descanso para el que se encuentra fatigado; cansado de incomprensiones, de trabajos, de los agobios de la vida. Jesús no sólo nos habla de un Dios todo amor sino que nos lo muestra con su vida, con su predicación, con sus actitudes. El «corazón», lugar de los sentimientos pero también de las decisiones, en la antropología bíblica, es el lugar desde donde el Señor quiere acogernos a todos. Nada en su vida es ajeno a ese amor entrañable. Sus sentimientos, sus decisiones nacen de un amor sencillo, manso, humilde.

Los que nos consideramos seguidoras y seguidores de este Jesús hemos de participar, inexcusablemente, de esas mismas actitudes de amor, mansedumbre y humildad; acogiendo a todo el que está cansado, agobiado, necesitado de amor.

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